- Dos científicos italianos proponen matar niños… en nombre de la libertad.
- La necesidad de Dios o la historia de la clarividencia.
- Las tres patas de la crisis: autoestima, victimismo y compromiso.
Esta es la historia de la lógica, de la lógica majadera del Nuevo Orden Mundial (NOM). Resulta que los científicos –la catalogación es importante- Francesca Minerva y Alberto Giubilini, han publicado en la revista científica –la catalogación es importante- Journal of medical ethics, un artículo en defensa del infanticidio o aborto postparto. Gran conmoción y no se por qué: los razonamientos de Alberto y Francesca son irrefutables… desde la lógica majadera del Nuevo Orden Mundial, que nunca ha soportado la debilidad. A fin de cuentas, ¿qué es un parto? Es el traslado del bebé desde la entrañas de la madre a su primer cuna: un par de metros. Nada cambia en esencia por más que los humanos nos empeñemos en celebrar ese día. Tampoco cambia el bebé, el mismo antes que después. Y ni antes ni después piensa o puede defenderse.
Por tanto, los dos científicos han decidido que si permitimos y fomentamos el aborto preparto, ¿por qué no el aborto posparto, también conocido como infanticidio?
Y aportan sus razones: ¿qué pasa si durante el embarazo se producen 'supuestos'. Los supuestos son muy importantes en esta vida. Por ejemplo, ¿qué pasaría "si alguna circunstancia económica, social o psicológica cambiase y supusiese un carga insoportable" para papá y mamá?
Es la lógica del aborto, que hemos aceptado todos con entusiasmo durante el último medio siglo.
Y si proponemos –y lo hacemos todos los días- cargarnos a un viejecito, a un retrasado mental o a un disminuido físico, ¿por qué no a un recién nacido? A fin de cuentas, no tiene uso de razón y ni tan siquiera reclama sus derechos civiles. El infanticidio va incluido en el aborto porque aborto e infanticidio son una misma cosa. ¿Y por qué nos presentan el infanticidio como debate y no como postulado científico asentado? ¿Qué es lo que ha detenido hasta hoy el infanticidio? Pues que cuando la madre ve y toca a su niño, comprende que es su hijo y no quiere que se lo toquen. Sólo por eso.
Claro que aceptaremos el infanticidio, aunque, siempre prudentes, científicos y periodistas aseguran que entre los expertos en bioética no se respalda la eutanasia en niños, No se preocupen: la respaldarán en breve. Miren lo que comenta el editor de la revista científica, y británica, en la que se ha publicado la labor de nuestros esforzados científicos Alberto y Francesca, ante la polémica, buscada y provocada: "Más que nunca la discusión académica y la libertad están bajo amenaza de aquellos que se oponen a los valores de una sociedad liberal". ¿Comprenden? Se ataca a Francesca y Alberto porque son liberales. Y naturalmente, el diario El Mundo, de donde he extraído la crónica, ni quita ni pone rey. Simplemente, el periódico favorito de Mariano Rajoy simplemente abre sus páginas, en nombre de la libertad, al avance científico: do you understand?
La necesidad de Dios o la historia de la clarividencia
Es la historia de la clarividencia, que asoma la cabeza en tiempos de crisis. Esta semana he conocido a Dale Ahlquist, fundador y presidente de la American Chesterton Society. Había leído su libro "Chesterton, el apóstol del sentido común", una gozada.
Asegura Ahlquist que descubrió a Chesterton durante su luna de miel –un momento como otro cualquiera- y desde entonces dedicó al periodista inglés toda su vida profesional. Ahora he podido conocerle en persona, durante el Congreso sobre Chesterton que ha organizado la pasada semana la Universidad San Pablo CEU. Tras ver su intervención me voy con la idea de que es uno de los hombres que mejor ha comprendido el pensamiento chestertoniano, que no era más que eso: sentido común. Por tanto, clarividencia. Con esa arma formidable, el periodista británico iba a poner patas arriba todos los males de la modernidad. Y resulta que, por muy postmodernos que nos creamos, seguimos siendo hijos del pobrísimo bagaje de a Ilustración, cuando un increíble presumido –quizás fueron varios presumidos- se creyó tan inteligente y capaz que decidió apartar a Dios de la vida, de la suya, 'motu proprio', y de la de los demás.
Podría citar muchas proposiciones de Chesterton rescatadas por Ahlquist, pero me conformaré con una: "Quienes tratan de justificar la religión sólo intentan justificarla. Intentan utilizar nuestro anhelo por Dios como la prueba de que Dios no existe. Como si el hambre fuera la prueba que demostrase que el alimento no existe".
Esta es la historia misma de la modernidad, del progresismo, de nuestro mundo. Gente que sofoca sus mejores inclinaciones con argumentos absolutamente imbéciles elevados a la categoría de indiscutibles y hasta sagrados. La modernidad no es la historia de la esclavitud sino de la autoesclavitud. No hace falta ningún negrero que nos eche las cadenas: nos las colocamos solitos. Todo por haber prescindido de Dios.
Las tres patas de la crisis: autoestima, victimismo y compromiso
Si quieres saber lo que ocurre en el mundo, captar la melodía del siglo tras filtrar todos los ruidos ambientales no hay que acudir a los sociólogos sino a los místicos, el grado más alto de poesía. En tiempos de crisis, dar con las claves de lo que ocurre se convierte en algo especialmente complejo.
Ahora mismo, el místico de moda es el francés Jacques Philippe quien, como buen místico es un tipo de cabeza ordenada, mentalidad de ejecutivo del espíritu y un tipo que ve fácil lo que otros vemos muy difícil. Tal ha sido el éxito de sus libros entre quienes hacen oración que algunos sospechan que se trata de un colectivo. No señor, no es un colectivo, es un monje, un monje genial.
Como muestra unos cuantos botones, extraídos de su última obra publicada en España: "Llamados a la vida". Para ser exactos, tres, las tres patas de la crisis actual, que no se solucionará con ninguna política económica sino con la aprobación de estas tres asignatura pendientes.
La primera se refiere a la autoestima. Oigamos a Philippe: "El hombre moderno tiene una dificultad terrible para amarse a sí mismo. Si tecleas autoestima en Google encontrarás 1,4 millones de páginas sólo en francés… En los siglos XVIII y XIX rechazaron a Dios con la ilusión de penar que eliminarían de golpe la culpabilidad y por fin el hombre sería libre y feliz. Olvidaron una cosa: sin Dios, el hombre está solo para llevar el peso de sus desdichas, de sus miserias y de sus faltas. Si no hay Dios tampoco hay misericordia ni perdón. No puede absolverse a sí mismo, a pesar de los intentos que haga en ese sentido, incluso con un ejército de psicólogos que le absuelva de culpa. La autoestima necesita un fundamento: la certeza de que, ocurra lo que ocurra, soy amado y puedo amar. Sólo Dios puede garantizar absolutamente esa certeza".
La segunda característica de nuestra era a la que alude Philippe es la 'mentalidad procesal'. Ya he dicho que hay dos tipos de persona, las buenas y las malas Las buenas son las que ponen demandas judiciales al prójimo, pero el padre Jacques lo explica mejor: "Como ya no hay fe ni confianza en Dios, cualquier sufrimiento se vive como una injusticia… Hoy toda una cultura induce a las persona a considerare víctimas, entablando proceso, afirmando e el culpable es el otro y acusando y reclamando incesantemente".
La tercera carencia es la ausencia de compromiso. El hombre actual odia el voto. Sin embargo, "el hombre no puede realizarse en absoluto sin construir lazos, contraer compromiso, aliarse con los demás y ser fiel".
Todo compromiso supone un riesgo, pero la vida es justamente eso: riesgo.
Está claro: hay que acudir a los místicos. Los economistas no nos sirven, de los sociólogos hay que huir. El único problema económico insoluble es ese: que hemos prescindido de Cristo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com