Hillary Clinton o la violencia feminista. Definición de violencia feminista: todo vale menos levantar la mano. La demagogia de Rubalcaba: quien con niños se acuesta… El PSOE ha pasado de dar pábulo al 15-M a darle palos. El movimiento protesta mucho y propone poco. Ya sólo le queda un objetivo: reventar la visita de Benedicto XVI

Los indignados del 15-M levantaban sus brazos y enseñaban las palmas de sus manos al grito: "Éstas son nuestras armas". Me recordaban a Gandhi, ese maestro intercultural de la no violencia, que tantas cabezas violentamente descalabradas provocó, al ordenar a sus no violentos chicos que penetraran en los acuartelamientos británicos.

Cuando alguien quiere pasar donde no debe y el propietario se lo quiere impedir, es muy posible que de la no violencia surjan unos cuantos mamporros violentos.
Los indignados, que indignan a una proporción cada vez mayor de ciudadanos, se plantaron ante el Ministerio del Interior, le arrebataron la gorra del uniforme a un guardia civil, quien tuvo que soportar la correspondiente humillación de los delincuentes que se burlaban de él. Como decía Gila: "Si no sabe aguantar una broma, márchese del pueblo".

Uno de los no violentos portavoces del 15-M aseguraría después, en la rueda de prensa multitudinaria, que sólo le arrebataron durante unos segundos "esa teresita" que llevan los guardias en la cabeza. Fíjate, si es que se cabrean por fruslerías. Menos mal que el agente soportó el ultraje y no le dio por sacar la pistola y liarse a tiros. En ese momento, los del 15-M habrían dado un paso de gigante en su liberadora lucha: ya tendrían un muerto.

A continuación, otros luchadores por la justicia social se subieron a la verja del Ministerio para colocar una pancarta –"pequeñita", como asegura otra de los intelectuales del Grupo, porque ya se sabe que todo es cuestión de tamaño, de grado- en todo lo alto. Al final, llegaron los antidisturbios y comenzó el partido. Los pacifistas no debían ser tan pacíficos porque el resultado del encuentro fue de 13 indignados descalabrados frente a 7 policías, y eso contando con que los guardias iban convenientemente armados y los perroflautas sólo contaban con el arma de sus manos, de sus pies, de su actitud… y de su lengua viperina y amenazante.

Y aquí llegamos, sí señor, al meollo de la cuestión: ¿Es violencia intentar paralizar el funcionamiento de un Congreso de los Diputados o cortar el tráfico en una arteria de una gran ciudad? Y, sobre todo, ¿Es violencia insultar, denigrar, ofender, humillar, desautorizar o violencia sólo es zurrar al vecino?

Estamos ante una violencia de género femenino y de ideología feminista. Es decir: todo vale menos levantar la mano. Se puede herir de cualquier modo, especialmente con la palabra y la prepotencia pero nunca con las manos. La violencia de los chicos del 15-M pertenece al universo de la ideología de género, que va mucho más allá de la injustísima ley de igualdad. El 15-M es hoy violencia de tipo feminista. Por ejemplo, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton (en la imagen) es la abanderada de esta neo-violencia feminazi: precursora del aborto en el mundo, hasta el punto de ingerirse en la Constitución húngara por proteger la vida del no nacido. Clinton se planta ante las cámaras de TV para explicar que la violencia del régimen sirio resulta inaceptable –y lo es, ciertamente- porque un tanque enviado por el Gobierno ha aplastado a un bebé. Ciertamente, es repugnante y la comunidad internacional debe acabar con ello. Ahora bien, Hillary promueve, alienta y financia los asesinatos de niños, decenas de miles cada día, que se perpetran en los centros abortistas de todo el planeta. Un tanque no puede masacrar a un bebé pero los matasanos, con bata y corbata, de las clínicas sí pueden ejercer su derecho a aplastar cabezas de nonatos y desguazar o envenenar al ser más inocente e indefenso. Eso no es violencia, es un derecho de la mujer. ¡Vaya con la neo-violencia o violencia de corte feminista!

La bondad del 15-M como movimiento duró 48 horas. Nació como una iniciativa espléndida, contra la violencia del dinero, de los mercados financieros, violencia que no se impone a golpes sino llevando a la miseria a millones de personas. Pero a los pocos días había sido abducido por grupos de degenerados de extrema izquierda que vulneran los derechos de los demás. Y ojo, la policía ya ha detenido a varios delincuentes. Por cierto, lamentable la reacción del Partido Popular: tampoco les gusta la carga policial, más que nada porque la ordenó el PSOE.

Con su demagogia habitual, el PSOE jugó a aprendiz de brujo y cumplió el viejo refrán español: quien con niños se acuesta…  Así, el PSOE ha pasado de dar pábulo al 15-M a darle palos. ¿Acaso podía ser de otra forma?     

Por lo demás, este movimiento amorfo ha encontrado su vacío ideológico, que consiste en protestar mucho y proponer poco. Y, como siempre que alguien no encuentra el norte, su protesta, violenta, se vuelve hacia la Iglesia, porque la única rebelión que existe en el mundo, la rebelión contra el pecado, personal y social –sí, me temo que también existe el pecado social, en cuanto suma de pecados individuales-, es decir, la más gloriosa de las rebeliones: la que lucha contra sí mismo, contra los defectos propios. No se engañen, los actuales indignados son los mismos que se dedicarían a quemar iglesias si se les permitiera seguir imperando a sus anchas. Y la noche del sábado ya se les ha permitido tomar la Puerta del Sol, para desesperación de comerciantes y vecinos. "Mis derechos, no bendiciones", pancarta exhibida por un perroflauta, así como las camisetas con el CCCP de la fenecida Unión Soviética ya proporcionan pistas. Y las campañas contra la Jornada Mundial de la Juventud y la visita de Benedicto XVI, lo mismo. Al parecer la Curia Pontificia es un colectivo de lo más violento: levantan las manos para bendecir, y los indignados no quieren bendiciones, sino derechos sin deber alguno.  

En resumen: el 15-M ha supuesto un muy pertinente aviso sobre el poder de los mercados financieros y la actual corrupción del menos malo de todos los sistemas políticos posibles: la democracia. Ese es el mensaje que no hay que despreciar. A partir de ahí, ha degenerado en un problema de orden público que precisa tratamiento policial. Ni más ni menos.

Con todo ello, como no podía ser de otra forma, el siguiente objetivo del 15-M consiste en reventar la JMJ y la visita de Benedicto XVI a Madrid. ¿Por qué será? Una convocatoria la de la JMJ que, naturalmente, reunirá a multitudes de jóvenes de los cinco continentes en un número que ni sueñan los indignados. Cuantitativamente hablando, lo popular no es el 15-M sino la JMJ… que, además, no provocará problema alguno de orden público.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com