La Justicia tiene los ojos vendados. Pero el juez suplente del 26 de Madrid, Juan Francisco López Sarabia, tiene los oídos abiertos. "He recibido muchas llamadas", reconoció el día de la vista judicial. Y a raíz de las citadas comunicaciones telefónicas ha decidido cambiar de opinión y declarar el sobreseimiento provisional y archivo de actuaciones. No es cosa de arruinarse la carrera por un asunto de "meapilas".
El problema de este Estado de Derecho tan precario es que un juez se permite anunciar "carpetazo digital" delante del fiscal, el secretario judicial, el inculpado, Íñigo Ramírez de Haro, su abogada, Cristina Almeida, y el abogado querellante, Javier Pérez-Roldán. Con un par. Y para rematar esta faena de aliño, el juez López Sarabia añade que no puede dar trámite a la querella porque necesitaría dedicar en exclusiva a un funcionario para que comunique en forma a los más de 3.000 denunciantes. O sea, como no tengo medios para administrar justicia, administro injusticia. Muy aleccionador.
El caso es que el fiscal emitió un informe el pasado 5 de julio en el que cambiaba su perspectiva de la "creación artística" de Ramírez de Haro y consideraba su "cagada" como ajustada a los derechos fundamentales de libertad de expresión, producción y creación artística, contemplados en el artículo 20.1 a) y b) de la Constitución Española. Según fuentes judiciales a las que ha tenido acceso Hispanidad.com, el juez emitió un auto el pasado 26 de julio en el que da por cerrado el asunto por considerar que no hubo por parte del autor intención de herir los sentimientos religiosos. Añade el juez que, además, no se percibe ataque a una religión en concreto. Serán las llamadas recibidas. ¡Viva la independencia judicial!
El juez no ha considerado las distintas apariciones periodísticas donde Ramírez de Haro reitera los ataques a los sentimientos religiosos. "¿Porque no perdonan las ofensas?", se preguntaba en la Cadena SER. ¿Es una ofensa o no? Además, el cuñadísimo de Esperanza Aguirre afirmó en la vista que el Manifiesto contra las Religiones no es obra suya y es fácilmente accesible en internet. Les recomiendo que hagan una búsqueda en google.com para comprobar que el citado manifiesto aparece siempre ligado al "creativo" autor de la "cagada" teatral.
Además, el juez debería de leer la obra para comprobar que la sátira se dirige casi exclusivamente contra la religión católica, si bien aparecen menciones laterales a otras religiones: Alá, Jehová, Buda, Visnú, Brama y Shiva. En cualquier caso, el administrador "independiente" de la Justicia también debería saber que el tipo penal contempla los ataques a los sentimientos religiosos, no a una religión específica, ni tampoco los ataques a Dios (blasfemia).
Y nuestro Código Penal recoge ese tipo en su artículo 525 por respeto a las libertades y derechos individuales. En coherencia a lo dispuesto en nuestra Constitución y lo señalado por la sentencia de 8 de abril de 1981 del Tribunal Supremo en la que señala la religión como "esencial de la persona y como tal garantizada por la Constitución Española". Un respeto ya tradicional en nuestro país que limita la libertad de expresión en materia religiosa, tal y como establece la Convención Europea de Derechos del Hombre y Libertades Fundamentales firmada en Roma el 4 de noviembre de 1950. Igualmente, el derecho a vivir una religión queda contemplado en el Pacto de Derecho Civiles y Políticos de 19 de noviembre de 1966.
Por todo ello, el archivo de la causa se hace incomprensible y supone un grave atentado a los derechos y libertades individuales que genera una preocupante sensación de indefensión. Máxime cuando sabemos que obedece a presiones políticas y ausencia de medios. Nos referimos a una obra de teatro que se comercializó bajo el eslogan "Entrenamiento de autoayuda espiritual para abrir las entrañas: un entrañamiento. ¡Ya no más entrañamientos!" Tras el aperitivo, aparecían santos con tazas de water como aureola y burlas sobre las llagas de la Pasión de Cristo. Y el juez pretende que salga gratis. Ha recibido demasiadas llamadas. Naturalmente, los querellantes piensan recurrir.
Luis Losada Pescador