• La España de Rubalcaba: fornicar desde los 13; para comprometerse hay que esperar a los 16.
  • Narcisismo vasco: ETA tenía que acabar con una Conferencia Internacional.
  • El hijo de mi amigo Javier. El trabajo no se reparte, lo que se reparte es la riqueza

Esta es la historia de uno de los presidentes más importantes de la banca española actual. Me cuenta que Alemania intentó la supremacía europea durante la Primera Guerra Mundial y fue derrotada por Francia e Inglaterra, principalmente. Lo volvió a intentar en una mucho más devastadora II Guerra Mundial y esta vez su objetivo era la conquista militar y neopagana de toda Europa, desde Gibraltar a los Urales. Fracasó y con ella el nacionalsocialismo.

Ahora tiene la oportunidad de conquistar toda Europa, no con blindados sino con euros. Sería la nueva Europa: Aleuropa. Más del 70% de las exportaciones van a parar al resto de los 26 países miembros y encima posee músculo financiero y rigor fiscal.

Y lo malo es que el relato tiene más de ciencia que de ficción. Alemania, gracias, no a sus bancos especuladores -que también los tiene- sino gracias a su industria, pues es la gran ingeniería del Viejo continente, nunca estuvo tan lejos, tan por delante, de sus socios. Mientras, otros países hemos perdido el tiempo intentando convertirnos en megacentros financieros. Naturalmente, hemos fracasado en el intento pero, a cambio, hemos destrozado nuestra agricultura y nuestra industria.

El único problema que le encuentro al relato de tan prestigioso banquero interlocutor es que me explica el proceso con ese fatalismo tan español, ese determinismo tan racionalista como irrazonable que confunde lo que es con lo que debe ser, que cae derrotado antes de presentar batalla.

Porque la pregunta es: ¿la pretendida Aleuropa o Europamanía es un proyecto bueno? Por supuesto que no: ¿creen que estoy loco? Es un desastre que en nada se parece al Sacro Imperio Romano Germánico, aquella primera unión europea obra de la cristiandad medieval, donde todos, reyes y vasallos, se sometían a una misma autoridad moral, la Iglesia, lo que les hacía verdaderamente iguales ante la ley, ante los demás y ante Dios. De lo que ahora hablamos es una supremacía de 80 millones de alemanes sobre 500 millones de europeos. Una supremacía plutocrática, basada en el poder del dinero.

La economía alemana no ha sido la productora de la burbuja financiera actual, ello se lo debemos al mundo anglo, no al sajón, pero aplica los mecanismos coercitivos de la especulación con singular estilo… a otros. Por ejemplo a Grecia. No me extraña que los griegos quemen banderas alemanas en las calles, porque la política de Berlín con Atenas ha consistido, en brillante definición del premier Yorgos Papandréu "profecías autocumplidas hasta llevar al quiebra a un Estado". La política de Angela Merkel con Grecia nada tiene que ver con la Europa de la solidaridad creada tras la II Guerra Mundial sino con la supremacía prusiana sobre el resto del continente, a quien dicta lo que tiene o no tiene que hacer, no para ser ayudado sino para subsistir cada mañana.

Risa me dan los diarios alemanes, siempre tan nacionalistas, aseguran que los germanos quieren salirse del euro. Pero qué me dicen, si han sido los grandes beneficiarios del mismo.

La Cumbre europea de este fin de semana, ahora alargada, sigue todas las reglas de la economía financista: la economía real al servicio de los mercados financieros. A Grecia hay que ayudarle con dinero no con capacidad de endeudamiento. Y si no puede pagar, pues habrá que aplicarle una quita… y que se fastidien los inversores que la han extorsionado, muchos de lelos alemanes.

En los alemanes de hoy no anida el ideal europeo sino el ideal la conquista de Europa, el de Aleuropa, un IV Reich. Lo que exige, quizás lo haya dicho alguna otra vez, refundar el ideal creado por Robert Schuman quien, por cierto, era francés casi alemán.

La España de Rubalcaba: fornicar desde los 13; para comprometerse hay que esperar a los 16

Es la historia de un peluquero, es decir, la historia de un Juan Español como tantos otros. Cuenta 27 años y un mozalbete bien parecido. Me dice que tiene mucho miedo a casarse. Su teoría es que las Mujeres "se cansan del amor, te dejan y se quedan con los hijos, el piso y te envían a una pensión o a casa de un amigo". Lo ha visto en muchos amigos y en muchos clientes que pasan por el barbero como los progres de antaño pasaban por el diván del psiquiatra. Vamos que no, que se lo va a pensar despacio.

Mientras reduce el tamaño de mis cuatro pelos, le hablo de comprometerse, del proyecto de crear una familia para toda la vida sin reparar en el posible fracaso que sólo depende de uno, Bueno, de dos. No me parece que tenga mucho éxito.

Entones me acuerdo de Rubalcaba y su programa electoral, vaya usted a saber por qué. El PSOE no quiere que la gente se comprometa en matrimonio hasta los 16 años pero están dispuestos a que forniquen a los 13, siempre claro está que no haya compromiso alguno.

Copular sí, comprometerse no: eso sí que constituiría un programa electoral en toda regla. Y sobre todo, un programa de vida que mereciera la pena. Vamos que puedes hacer el amor todo lo que quieras: lo que no puedes es amar.

Bien pensado, a lo mejor mi peluquero tiene algo de razón. Fornicar es más fácil que matrimoniar. Ahora bien, yo que Rubalcaba no quisiera gobernar un país como el forjado con esos mimbres. Porque lo malo no son los descamisados, lo malo son los desesperados.

Narcisismo vasco: ETA tenía que acabar con una Conferencia Internacional

Esta es la historia del hijo de uno de un asesinado por ETA. Secuestrado delante de su familia, luego asesinado y finalmente abandonado como si fuera un cerdo. No voy a citar su nombre porque no creo que aporte mucho a la historia: llamémosle Íñigo.

Conozco a Íñigo desde hace muchos años. Un tipo culto, instruido y, como muchas personas que llevan un puñal clavado desde la niñez, un punto tendente al fatalismo, que no deja de ser uno de los grandes enemigos de la conciencia. Pero, ¿quién podría reprochárselo?

En plena Conferencia Internacional sobre la Paz en Euskadi –precioso nombre- mi amigo ha pronunciado una palabra clave: narcisismo vasco. Con motivo del posterior y programado 'abandono de la actividad armada'. Yo siempre había hablado de soberbia vasca pero la definición de Íñigo resulta mucho más concreta y rigurosa, más acertada. Ya sé que el narcicismo es una de las formas del orgullo pero existen otras manifestaciones de la soberbia, como la susceptibilidad o el resentimiento. Lo propio de la soberbia vasca es el narcisismo, la obsesión por no tener, en los ojos de la conciencia, otra visión que uno mismo, ese empeño por convertirse en el centro de atención. Y el narcisismo tiene otros peligros: Narciso está tan pendiente de sí mismo que es incapaz de ponerse en el lugar del otro. El Narciso pasable es incapaz de admirar al vecino, el narciso asesino es incapaz de ponerse en el lugar de las víctimas, incapaz de valorar su humillación.

Los etarras son vascos y son narcisistas. Sobre todo son asesinos, ciertamente, pero es la concentración en sí mismos lo que les pierde. Por eso, ahora que se han cansado de matar, porque la vida en clandestinidad es molesta y ellos se han aburguesado, tenían que preparar su final a lo grande, con una conferencia internacional del mundo mundial. Todos los focos, no sólo de España, sino de otros países, pendientes de su problemilla, de una pequeña región de España. El ideal de etarras y proetarras es el del chiste del bilbaíno: "¿Tiene un mapamundi de Bilbao?"

Y quién mejor para reconocer la mundialidad de su causa que un ex secretario general de Naciones Unidas, precisamente un Kofi Annan. ¿Qué más da que se trate de uno de los personajes más corruptos del Nuevo Orden Mundial (NOM)? Por no hablar de esa especie de ese peligro con faldas –no exagero créanme- que es la noruega Gro Harlem Burtland, tierra de brutos, como su mismo nombre indica (aunque no significa. Burtland es una entusiasta del aborto y la contracepción forzosa, una feminista tan radical que uno no la quisiera ni de cuñada.

Es lo mismo. El caso es que el narcisismo vasco necesitaba de un secretario general de Naciones Unidas, o sea, lo más parecido a un monarca global que conoce la modernidad.

Pero con Conferencia ultra-global o sin ella, la cuestión sigue siendo la misma. Etarras, proetarras y nacionalistas narcisos no se arrepienten de nada. Y para que la víctima perdone debe haber arrepentimiento del verdugo. Porque no hay paz sin justicia no hay justicia sin perdón, ni hay perdón sin arrepentimiento. Y si no hay arrepentimiento, sólo puede haber vencedores y vencidos.

Íñigo asegura que el comunicado de los líderes internacionales de la muy internacional conferencia resulta "tenebroso". Claro, falta arrepentimiento y sin dolor por el mal causado nada puede cambiar.

El hijo de mi amigo Javier. El trabajo no se reparte, lo que se reparte es la riqueza

Esta es la historia de Jaime, el hijo pequeño de mi amigo Javier. Tiene 13 años y estudia primero de la ESO. Cuando empezó la lucha por la escuela pública, toda una epopeya, Jaime llegó a casa y le explicó a su padre:

-Papa, el jueves tenemos huelga.

-¿Huelga? ¿Y por qué?

-Los profes nos han pedido que nos solidaricemos con ellos, que hacen huelga en defensa de la escuela pública.

-¿Y tú vas a hacer huelga?

-Sí.

-¿Para defender la escuela pública?

-Jo, padre, y porque no va ir nadie.

He oído a un huelguista manchego afirmar que los recortes –es decir, trabajar más horas-, la calidad de la escuela pública se desmoronará. Pero lo cierto es que la escuela pública nunca ha tenido prestigio que perder ni calidad que derruir.

Los huelguistas aseguran que si ellos trabajan más los interinos no tendrán trabajo. Vamos que no es que sean vagos, sino que defienden el trabajo de sus compañeros temporeros. Y eso resultaría muy loable si no fuera porque el problema es que el trabajo no se reparte, lo que se reparte es la riqueza.

Eulogio López



eulogio@hispanidad.com