Pues bien, escuchen esta grabación del buen Jiménez, durante una tertulia con Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, y Francisco Marhuenda, de La Razón. No se lo pierdan 37' 14'' a 51' 35'' y, de forma especial, el minuto 40.
A ver, moviola. Son los mismos argumentos con los que el felipismo introdujo el aborto en España. A saber:
1. No se trata de una legalización, sino de una despenalización, que es muy distinto. Es la misma distinción, clarísima, salvo para espíritus insensibles, que existe entre literatura erótica y literatura pornográfica. Nada que ver.
2. El aborto tiene que llegar a cualquier sociedad civilizada porque existen curas que violan monjas, las dejan preñadas y luego las obligan abortar. Eso demuestra el dolo y la doble memez, perdón, moral, de los taimados clérigos.
Y es que quien tuvo retuvo. En 1986, Jiménez era un gran defensor del aborto. Entonces podía hablar más claro, porque los obispos no le pagaban 1,8 millones de euros por temporada más el 5% de publicidad. Quienes le permiten, además, haber promocionado su periódico electrónico Libertad Digital -contra los intereses de la WEB Cope- y Liberad Digital TV, contra los intereses de Popular TV. Contra quienes, finalmente, han traicionado, otra vez, a su empresa privándola de una emisora de radio en la mismísima Madrid emisora que la COPE necesita como el comer.
Da lo mismo.
Uno comprende que, al igual que Hans Küng, Federico Jiménez nunca ha querido ser Papa para no perder el don de la infalibilidad. Ello no obstante, sería bueno, no sólo que oyeran a este santo varón sino que, además, le escucharan.
Recuerdo a cierto obispo español que se negaba a creer que César Vidal, compañero de fatigas de Jiménez, hubiera escrito una de las más sonoras blasfemias contra la Santísima Virgen que yo haya leído en mucho tiempo, titulada El Mito de María. El prelado se negaba en redondo. Hubo que buscarle un ejemplar y ponérselo delante. Sólo entonces cayó de la burra. Naturalmente, ni Jiménez ni Vidal han dado marcha atrás respecto a su pasado, pero no sienten el menor rubor a la hora de cobrar de que los adoradores de un mito o de los que conculcan el derecho de la mujer a disponer de su propio cuerpo.
Porque, naturalmente, si se hubiese producido esa rectificación nada tendría que oponer a su actividad en la COPE.
Por cierto, el último rumor es que lo que no ocurriría en ningún medio de comunicación, puede volver a ocurrir. A Jiménez se le dio de plazo hasta el martes 14 para responder a la oferta de la Dirección: que dejara el programa matinal y se conformara con dos horas por la noche. Vencida la fecha, no sólo no ha respondido sino que se permitió la deslealtad de poner a parir a la propiedad, a los directivos y a sus propios compañeros: Me sustituirá un meapilas de los que van a misa todos los días.
Luego vio la amenaza de Coronel de Palma: un sólo insulto más a quien te paga el sueldo y te corto el micrófono. El lobo se volvió cordero, mientras intentaba vaciar la COPE con Vocento, con El Mundo o con su amigo Pedro J. Ramírez. Como no le ha salido, Jiménez juega ahora a no responder y a quedarse en COPE. Y lo malo es que puede quedarse. Esto sólo ocurre en la Iglesia.
Por cierto, ¿puede un ateo, o un protestante, o un miembro del lobby gay -que no es lo mismo que un homosexual- trabajar en una empresa católica? Por supuesto que sí y se le debe acoger con los brazos abiertos. Pero ojo, no como comunicador, porque el objetivo de una empresa católica de comunicación consiste en evangelizar, en comunicar desde unas convicciones cristianas... y nadie da lo que no tiene. De hecho, no es la COPE quien debería echar a Federico, es Federico quien debería irse de la COPE por incongruencia con su ideario. Por cierto, que Jiménez sigue perdiendo puestos en el ranking.
Es la misma razón por la que un divorciado no puede dar clase de religión católica. Es una incoherencia del susodicho. O por la misma razón de que un católico no puede votar al PP o al PSOE -ni ser elegido en las listas de-: por pura coherencia.
Recientemente, Jiménez, otra vez crecido ante las perspectivas de quedarse, aseguraba que por su programa pasarían todos las formaciones menos una que yo me sé. Habla de Alternativa Española (AES), curiosamente la única formación política que concurre a las elecciones europeas y que no niega su confesionalidad cristiana. Y no porque AES sea de extrema derecha -que no lo es y Jiménez lo sabe-, sino porque es católica y no lo oculta. O sea, que defiende los principios no negociables de Benedicto XVI: vida, familia, libertad de enseñanza, bien común y libertad religiosa. O sea, los mismitos que figuran en el artículo primero de los Estatutos de la COPE: confesionalidad.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com