Se acabó la era de la especulación. La ‘crisis de confianza' arrastra a bancos sin discriminar a especuladores y bancarios. Los analistas pronostican que el Ibex arranque en septiembre por debajo de los 11.000 puntos. Nos retrotraemos a los niveles de 2005. La única incógnita es si la industria especulativa logrará torcerle el pulso al poder. De momento el fiscal de Nueva York trata de atajar el problema por la vía penal
No están bien los mercados. Este martes Wall Street volvió a sufrir una crisis de miedo por su desconfianza en los bancos, es decir en el sistema financiero. Y ya se sabe: cuando Estados Unidos estornuda, Europa agarra la gripe. ¿Qué es lo que pasa? Fácil: nos encontramos ante la quiebra del sistema de especulación, ese en el que la economía financiera se había disparado en relación a la economía real por la avaricia de los especuladores.Muchos lo habían advertido. Greenspan habló de la “exuberancia irracional", Rato del crecimiento espectacular de la economía financiera en los últimos años e Hispanidad de la inmoralidad de un mercado secundario que aporta valor añadido cero a la economía real. Pero mientras el mercado aguantaba, todos callados.
Ahora que los mercados parecen derrumbarse, todo se cae. Según los analistas, el Ibex se situará en los 11.000 puntos en septiembre, tal y como adelantará Hispanidad hace semanas. De esta manera regresaríamos a niveles de 2005 y si hacemos caso a los analistas técnicos, el recorrido del cuadro es de mínimos y máximos decrecientes y la caída podría ser muy superior.
Cuando saltan las ‘subprime' -hace ahora un año- se encienden todas las luces de alarma. La respuesta de la Reserva Federal fue inundar al mercado de liquidez con rebajas de tipos. El BCE también abrió las compuertas para evitar una crisis sistémica. Pero 12 meses más tarde seguimos empantanados con unos mercados secos o con diferenciales muy superiores a los de hace un año.
La razón es que la banca europea y americana se ha transformado en banca de inversión. Ya no quieren hacer hipotecas y atender la pensión de la viejecita. Ahora están metidos hasta las cejas en operaciones de derivados, paquetizaciones, titulizaciones, CDOs, etc. El Deutsche Bank se reconvirtió en banco de inversión y se compró cuatro bancos de inversión americanos -entre ellos el Bankers Trust- para aprender el ‘know how' de la especulación.
Lo mismo se puede decir del Dresdner o del HSBC, todo un paradigma del cambio. Pasó de ser un banco colonial que financiaba exportaciones, hipotecas, etc. a convertirse en uno de los arquetipos de la banca de inversión por encima de los Salomón o Lehman montados por judíos. ¿Y qué aportan estos bancos? Nada. Operan en el mercado secundario. Es decir, pura especulación.
Y la especulación está dañada. Por eso Goldman Sach -y no es el único- dibuja un cuadro desastroso para la banca americana. Y de rebote la mundial. UBS augura recesión en Estados Unidos y fuerte recesión en Europa. Y por si fuera poco, el vicepresidente de la Reserva Federal, Richard Fischer, augura que lo peor está por llegar. "Lo peor del mercado inmobiliario está todavía por venir". Agárrense que vienen curvas peligrosas.
Nadie se fía del vecino porque todo el mundo sabe lo que tiene en casa. El problema es que el mercado no discrimina y se lleva por delante a una banca como la española que no es especulativa, sino banca: hipotecas, préstamos personales, financiación empresarial, depósitos y fondos. Negocio tradicional y constante.
Precisamente esa falta de discriminación es la que ha hecho que los 6 grandes bancos españoles acumulen unas pérdidas de 48.000 millones de euros. No está mal. Es verdad que otros recortan más, pero aún así, es un señor castigo no discriminatorio.
El problema es que son los bancos los que se han convertido en brokers. No tienen negocio real sobre el que apoyarse y se encuentran en una huida hacia adelante con el permiso de las autoridades políticas y financieras. Por aquello de evitar el ‘riesgo sistémico'. Y por aquello de buscar una colocación honrosa. El propio Greenspan, el de la "exuberancia irracional" ha acabado en la industria financiera. Lo mismo se puede decir del actual secretario de Estado del Tesoro, Henry Paulson, que proviene de la industria financiera. Política y finanzas, extraños compañeros de cama.
Lástima, porque la puntilla de la especulación debe provenir de la política. Si el G8 agarrara el toro por los cuernos, establecería aduanas fiscales para quienes operen intradía desincentivando la especulación salvaje. Pero no se atreve, así que sólo cabe esperar que la acción penal del fiscal de Nueva York, Andrew Como, permita poner algo de freno a semejante locura. JP Morgan, Morgan Stanley y Wachovia, en la picota por un presunto fraude a inversores que adquirieron bonos con intereses que se determinan en subastas. A UBS le acusa de engañar a sus clientes. El fiscal de NY se ha convertido en el policía del mundo en un planeta convertido ya en aldea global con capital en NY.
Claro que el ámbito penal es mucho más ineficaz que el político para estos temas. Sin embargo, de momento ya han pillado a la industria con el pie cambiado: ofreció un producto como cash y ahora se niega a pagarlo. Toca desembolsar. Y son 200.000 millones de dólares, dinero hasta para los Estados Unidos.
Lo grave de todo esto es que la actividad crediticia se ha frenado y los mercados se han secado. Y eso no afecta al negocio financiero, sino al real. Porque si el dinero no fluye, la economía se gripa.