Se puede decir más alto, pero no más claro. El Vaticano acusa al "cartel" de la capitalista industria farmacéutica del genocidio del SIDA en África. Y es que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra de infectados en África asciende a 25 millones de personas. Además, existen 11 millones de niños huérfanos de la pandemia. Una verdadera crisis que se produce en medio del silencio de un mundo que parece más preocupado en generar valor para los accionistas.
El P. D´Agostino, SJ denuncia que cada día mueren 400 personas de SIDA en Kenya, mientras la industria farmacéutica mira para otro lado. Es verdad que la industria necesita patentar sus descubrimientos para proteger la propiedad intelectual. También es verdad que si no hubiese expectativa de retorno jamás se acometerían proyectos de inversión, que, en demasiadas ocasiones, resultan fallidos. Pero la realidad es que millones de africanos mueren de una enfermedad que tiene tratamiento, porque el capitalismo calculador muestra su rostro más cruel. "La humanidad no puede cerrar los ojos ante un drama tan alarmante", señala Juan Pablo II, agitador de conciencias, libre de intereses comerciales, políticos o militares.
El Vaticano se ha convertido en el azote de la conciencia moral. En la plaza de San Pedro reside la verdadera autoridad moral, mientras que las oficinas de la ONU reciben a los 'lobistas' de la industria y sellan sus bocas y sus conciencias de forma vergonzosa y cruel. ¿Se da cuenta, señor Ministro de Defensa, Federico Trillo, cómo los católicos hacemos muy bien en depositar nuestra orientación moral en el Vaticano, en lugar de en Naciones Unidas?
Definitivamente, Naciones Unidas necesita una reforma completa, como afirma el Papa. Unicef financia la cultura de la muerte en lugar de luchar por las vidas de la infancia. Y la Unesco se dedica a predicar el sincretismo religioso, la nueva religión universal. Obviamente, sin invitar a la Iglesia Católica, salvo a los "disidentes" que se encuentran fuera de la comunión con Roma. Espíritu de diálogo, se llama. Casi tan intenso como el que promueve el Fórum de las Culturas, un sarao nacido de la creatividad de Maragall para promover nuevas infraestructuras en la Ciudad Condal y de paso colocar a los desubicados del PSC.
Claro, que al sarao convenía dotarle de contenido. "Diálogo, tolerancia, encuentro e integración". ¡Qué bonito! Salvo que, como siempre, la Iglesia termina marginada o actuando de mera comparsa. Se olvidan que los franciscanos de Jerusalén han evitado que el conflicto árabe-israelí explote cada segundo. Y se olvidan también que el 25% de los enfermos de SIDA son atendidos por instituciones católicas.
Será la falta de memoria. O quizás resulta insoportable que el "Pepito Grillo" llame a mi conciencia cuando descuento el cupón de mis acciones en la industria farmacéutica. "La empresa debe de generar valor para el accionista", insisten los redichos de manual de dirección financiera. "La empresa está para ganar dinero", asegura impúdicamente el empresario holandés con más intereses en Cuba. Debe de ser la ética protestante descrita por Weber. Prefiero la católica: la empresa es un grupo de personas organizadas, que trabajan para ofrecer a la sociedad un producto o servicio que resuelva sus necesidades.
Y la necesidad primaria es la vida. Pero sólo tienen derecho a la vida los que la puedan pagar. Así de crudo... y así de ineficaz. Porque segmentando mercados, ¿no sería mejor ofrecer medicamentos baratos a quienes no pueden pagarlos? Es la misma estrategia comercial aplicada por Iberia vendiendo billetes domésticos a 8 euros. Ocho es poco, pero es mejor que llevar el avión vacío.
Lo que nos lleva un poco más lejos. ¿No será que lo que en el fondo subsiste es una mentalidad genocida que desea acabar con los pobres ante la amenaza de la invasión poblacional?, Kissinger dixit. La cultura de la muerte es muy poderosa y bastante irracional. Afortunadamente, el Vaticano sigue siendo un centro de gravedad permanente y firme. Conversión y purificación de la intención. Es la llamada para una Cuaresma que comienza con un obús dirigido a los mismos cimientos del capitalismo salvaje. ¡Viva el Papa!
Luis Losada Pescador