En la dirección de Zara no queda ninguno de los que sacaron la compañía a bolsa en 2001. Castellano abandona Inditex al negarse Amancio Ortega a que presidiera Fenosa. Fue el primero en caer en la cuenta de que la operación, tal y como estaba diseñada, exigía lanzar una OPA. Isla es partidario de una mayor diversificación del grupo
Es el hombre más rico de España y dirige una de las pocas multinacionales españolas dignas de tal nombre, pero en el organigrama de Inditex apenas queda nadie, salvo el propio Amancio Ortega, del equipo que forjó una megacompañía desde la nada. Por ejemplo, apenas queda ninguno de los que sacaron Zara a Bolsa, un 23 de mayo de 2001, fecha en la que explosiona el fenómeno Zara. La revolución en Inditex ha terminado con la marcha de alguien que al menos tiene el mismo mérito en la forja del imperio Inditex que el propio Amancio. José María Castellano, su mano derecha desde hacía década, y que ahora ha presentado su dimisión irrevocable.
La culpa de su marcha la tiene la operación Fenosa. Ya desde un primer momento, cuando nadie conocía la operación, anunciada en exclusiva por Hispanidad el pasado jueves 22, Jacinto Rey, presidente de Constructora San José, se ponía en contacto con José María Castellano para pedirle su opinión y para decirle que él era el hombre indicado para presidir la eléctrica. Castellano estudia la operación y encuentra el primer pero, en el que, a parecer, nadie había reparado : si Caixanova participa en la operación de compra del 22% del Santander, y la entidad viguesa ya poseía un 4% de Fenosa, nos encontramos con un 26%, lo que le obligaría a presentar una OPA (en principio por el 35% del capital). Este primer vistazo convence a Rey y al presidente de Caixanova, Julio Fernández Gayoso, de que Castellano es su hombre, y así se lo comunican a Ortega. Y entonces viene la sorpresa: Ortega afirma que no necesitan para nada a Castellano.
Poco sabía d. Amancio que Emilio Botín, desde Madrid, estaba jugando con él. Nuevamente el cántabro estaba subastando su paquete, y utilizaba a Inditex para subir el precio, con la esperanza de colocárselo a los portugueses de GALP o, como le pedía Montilla, a los Entrecanales, que sólo ofrecieron 31, o a Florentino Pérez y los March, que admitieron los 33 euros.
En cualquier caso, pierden la batalla y se produce la reacción de Castellano : quédate con tu Inditex, que yo me marcho.
El hombre que desde 1997 había sido consejero delegado, vicepresidente y presidente de la Comisión Ejecutiva del Grupo, el hombre que llevaba la empresa mientras Ortega diseñaba modelos, el hombre que había inventando un servicio de información en tiempo real sobre los gustos de los clientes (verdadera clave de la gestión de Zara) daba el portazo y se marchaba.
Es cierto que las relaciones ya estaban muy deterioradas. A Ortega comienza a gustarle eso de que le llame Zapatero (muchas veces), o que desde La Zarzuela le pidan favores. Además, su liquidez continúa siendo desbordante.
El proceso había empezado tiempo atrás, cuando, tras una etapa de ostracismo, Ortega renace y decide profesionalizar la gestión. Es decir, que se cambia bachilleres por MBA, aunque fueran los primeros los que le habían hecho el milagro. Especial relevancia tiene el cambio de Juan Carlos Rodríguez Cebrián, director general único, sobrino de Ortega al que se despide sin indemnización. Sí, lo han oído bien: sin indemnización.
Ahora, en Inditex, todo el poder pasa a manos del nuevo consejero delegado, Pablo Isla, que presidía Altadis. Resulta sintomático que Isla, que a partir de ahora, con Castellano fuera, llevará todas las riendas de la empresa, no haya sido consultado, ni tan siquiera consultado, en la operación Fenosa.
Por cierto, el único problema de Amancio Ortega es el exceso de dinero, y no es brete de fácil arreglo. Es el inversor ideal para cualquier empresa, el caballero blanco que todo el mundo puede desear. Eso sí, por el momento, sus intentos siempre salen rana.
Por otra parte, hay alguien a quien no agrada que Isla tome el poder: Zapatero. Hasta ahora, en Inditex, sin que nadie sepa exactamente por qué, Ortega era el Socialista mientras Castellano se mantenía apolítico o, en tal caso, tan próximo al PP como la PSOE. Sin embargo en Moncloa no gusta la presencia de Pablo Isla, quien fuera director general del patrimonio con Rodrigo Rato y uno de los empresarios aupados por el aznarismo.
En cualquier caso, no conviene confundirse. Ahora comienza la etapa de Pablo Isla, partidario de una mayor diversificación de la compañía. Una cosa es que no haya participado en la operación Fenosa (porque no le han dejado) y otra cosa es que este hombre procedente de la banca quiera retirarse vendiendo moda juvenil.