El FMI advertía este lunes a España de la urgencia de medidas más contundente, especialmente en materia laboral. Es verdad que el FMI sólo aconseja. Pero desde que ha puesto dinero en el macrofondo de la UE, también manda. Es el poli malo impuesto por Merkel para cumplir con la disciplina.
Pero lo más llamativo es que el economista jefe, Oliver Blanchard, se descuelga este martes en la prensa francesa advirtiendo del riesgo de exceso de celo de austeridad. En su opinión, los duros ajustes pueden provocar una contracción de la actividad económica perniciosa. O sea, la doctrina Zapatero y Campa previa a los ajustes: reducción del déficit sí; drástica, no para no dañar el crecimiento. ¿En qué quedamos? El FMI parece un tanto esquizofrénico. Por una parte está preocupado por el déficit y ahora parece pendular hacia el crecimiento.
La solución la ofrece Blanchard. Habría que avanzar hacia la prolongación de la edad de jubilación. No tendría impacto sobre el crecimiento, pero sí en la consolidación fiscal. Y encima ayudaría a ahorrar menos y consumir más, añade. Todo son ventajas.
Andrés Velázquez
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