El matrimonio entre el PSC y ERC tiene algunas aristas, pero es un matrimonio moderno. Ambos se permiten flirteos sin que el matrimonio sufra. Básicamente porque les une lo que Unamuno fijaba como esencial para todo matrimonio: las mantas que usarían en invierno. O sea, el coche oficial y el sueldo de cargo público.
La comida del martes 31 entre Carod y Durán viene a ser como una especie de intercambio de parejas donde ambos practican la deslealtad con beneficio mutuo. O así. Durán gana protagonismo ahora que su paso a la oposición le ha opacado juntándose con quien siempre había marcado distancias.
Por su parte, Carod gana protagonismo ahora que su salida del Gobierno le aleja de los medios. El presidente de ERC sabe que "el que no sale en los medios no existe" y que aunque el actual "conseller en cap", Josep Bargalló, es su mandado, le puede terminar por comer la merienda por la vía del impacto mediático, el único medio con el que ERC ha conformado a su electorado.
Pero, en el fondo, ha habido más ruido que nueces. Carod puede flirtear y marcar diferencias con el PSC, pero sabe que su única alternativa es ir de la mano del PSOE, más que nada porque no hay otra mano. Y si no lo sabe, los republicanos del coche oficial, se encargarán de recordárselo. Para Durán, el gesto es el mismo humo. Puede flirtear con ERC buscando notoriedad, pero sabe muy bien quién corta el bacalao.
El estallido, por tanto, es bastante calculado. Para que el matrimonio ERC-PSC se rompiera sería necesario que el PSC calculara una victoria abultada que compensara el riesgo y la inestabilidad de una nueva consulta electoral. Y no parece que sea la situación. Maragall gobierna con una mayoría que le da tranquilidad y comodidad. Además, en caso de disolver el Parlamento, ¿qué éxitos llevaría Maragall a su campaña electoral?