Tremenda la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS): un 64% de los españoles considera que la masacre del 11-M fue consecuencia del apoyo que el Gobierno Aznar dio a la guerra de Iraq (por cierto, un apoyo mínimo: España no participó en la guerra, sino que acudió a la post-guerra para una tarea más humanitaria que de conquista).

 

Ya he repetido que lo peor del 14-M no es el regreso de los socialistas a La Moncloa, sino el mensaje que España ha enviado al mundo: el terrorismo funciona porque consigue cambiar gobiernos, romper coaliciones internacionales y doblegar la voluntad de los pueblos, además de lavarle el cerebro al susodicho pueblo.

 

Porque la encuesta del CIS tiene otro apartado. A la pregunta "¿Cree usted probable que se produzca un nuevo ataque terrorista?". Pues bien, sólo el 35% lo cree probable, mientras un 48% lo considera nada o poco probable. Es decir, querido Ben Laden, hemos cumplido con tus exigencias: seguramente, ahora vas a ser bueno con nosotros, ¿verdad? 

 

Toda España se ha convertido en aquel padre que le espetó a José María Aznar, en la Catedral de La Almudena: "Le hago responsable de la muerte de mi hijo", asesinado el 11-M. No, Aznar, en el peor de los casos, puede ser el causante (y lo dice quien, como este diario electrónico, se ha opuesto a la guerra de Iraq con todas sus fuerzas), pero no es el culpable. El culpable es el asesino, es decir, los fundamentalistas islámicos. Pero el Síndrome de Estocolmo (el mismo que sienten los nacionalistas vascos hacia los etarras) tiene estas derivadas patológicas: defender al canalla de quien se implora misericordia y revolverse contra el que está al lado.

 

Si los terroristas islámicos son listos, no volverán a atentar en España. De la misma forma, que los etarras se cuidarán de atentar en Cataluña.  A fin de cuentas, el chantajista está obligado a cumplir sus promesas, de la misma forma que el mafioso está obligado a auxiliar a su protegido-prisionero. Eso ganamos, pero no tenemos que estarles agradecidos. Zapatero sí.

 

Un país que sufre Síndrome de Estocolmo, es un país manipulable como un menor de edad.

 

Eulogio López