Se enfada la Dirección de Altadis con Hispanidad por nuestras informaciones sobre los fondos de capital-riesgo, y ahora resulta que el Gobierno ZP también se enfada, pero con Altadis. Contemos toda la historia. A fin de cuentas, nuestro lema es "divertir instruyendo".

El asunto comienza cuando dos miembros de uno de los grandes ‘lobbies' europeos –de origen italiano, no británico- acuden a Moncloa para entrevistarse con don David Taguas, sí, el sucesor del archifamoso Miguel Sebastián, en representación de Imperial Tobacco. Para su sorpresa, Taguas afirma que el Gobierno no se opone a la OPA de Imperial y que a quien tendrán que convencer es a los accionistas de Altadis.

Y es verdad. De hecho, sorprendió que tras el ‘placet' político, los rácanos de Imperial no mejoraran su OPA. Pero lo que no podía esperar Taguas (quien, independientemente de los charcos donde se ha metido tiene un cierto sentido de Estado) era que el primer ejecutivo de Altadis, Antonio Vázquez, reaccionara con la búsqueda de una contraopa a cargo de fondos de capital-riesgo, que lo único que saben hacer es comprar alto, trocear la empresa, vender inmuebles, despedir trabajadores y llevarse la plusvalía (al modo castizo, "llevárselo crudo"). En otras palabras, al Gobierno no le agrada que una serie de señoritos del capital riesgo –ni capital, pues compran apalancados, y ningún riesgo- se forren a costa de poner trabajadores en la calle. Lo explica Negocio, el gratuito económico que se ha convertido en lectura imprescindible de la City. España está en venta, sí, pero al peor postor: al especulativo capital-riesgo, una de las peores metástasis de la economía actual. Lo dice quien, como el abajofirmante, está convencido de que todos los males de las empresas vienen cuando la empresa crece. Ahora bien, una vez que la compañía ha crecido, trocearla y venderla por trozos sólo sirve para destruir empleo y engrandecer a esos otros peces grandes que son los compradores.

Lo mismo ocurre con Iberia. Precisamente Logista, filial del Altadis, ha decidido vender su participación en la compañía que preside Fernando Conte. Porque, como dicen los airados directivos de Altadis, se trata de "maximizar el valor para el accionista". La frasecita en sí, a veces sustituida por lo de "lograr valor añadido", debería ser censurada por la Real Academia del Sentido Común por irregular y pedante, pero al parecer su triunfo es incuestionable.

Es el dogma de la nueva religión: el dios-mercado. Ahora bien, si todo debe subordinarse a conseguir el mayor precio para los propietarios –y no seré yo quien cuestione el derecho de propiedad, cuestionado por otro lado bien distinto, precisamente por los directivos-, ¿qué ocurre con trabajadores y clientes? Supongo, y pido perdón anticipado por la blasfemia contra el dios-mercado, que los trabajadores también tienen sus derechos y los clientes, aún más. De los tres colectivos, accionistas, trabajadores y clientes, éste último es el más importante de todos. Si el cliente no paga ni valor añadido ni pepinos en vinagre. ¿Son conscientes de los derechos de sus clientes los señores Antonio Vázquez y Fernando Conte o simplemente actúan urgidos por la presión de una OPA o por el deseo de algunos de sus accionistas de hacer plusvalías rápidas? ¿De verdad creen que las exigencias de plusvalía a miedo plazo, cuando no a corto, de un fondo de capital-riesgo es la mejor salvaguarda de los derechos de trabajadores y clientes? Personalmente pienso que sólo es la salvaguarda del estatus del equipo directivo, especialmente si median opciones sobre acciones u otros instrumentos que les permita permanecer en el cargo, obtener unas plusvalías y convertirse en rentista… o ambas cosas a la vez.

Tengámoslo claro: la revolución industrial del siglo XXI no será la de maximizar el valor para el accionista, ni tampoco mejorar las condiciones de los trabajadores, sino ambos objetivos… ¡sometidos al mandamiento primero de ofrecer el mejor servicio a los clientes y a la sociedad entera! Dicho de otra forma, ¿mejorará CVC el servicio a los compradores de tabaco y a los clientes de la distribuidora Logista? ¿Mejorará la presencia de APAX el servicio a los pasajeros de Iberia? ¿En serio? ¡Menos coñas!

Y hay otra variante de esta práctica viciosa del capital-riesgo. Verbigracia: la nueva oferta de la ‘triple alianza', formada por Santander, Royal y Fortis, sobre el holandés ABN Amro. Es una venta por troceo: se partirá el ABN, no para que agentes económicos más pequeños, es decir, más gobernables y más humanos, sino para que los tres depredadores crezcan más. Siempre se ha dicho que las fusiones generan paro y las fisiones empleo, pero ahora hemos descubierto que las fisiones, en este caso la del ABN, también puede significar pérdida de empleo, por la sencilla razón de que los compradores ya tienen sus propios centros corporativos y necesitan justificar ante sus propios accionistas la compra a alto precio, por lo que se apresuran a "soltar lastre", maravillosa expresión de las gestión moderna que significa justamente eso mismo que está usted pensando. El capital-riesgo ha canonizado el mandamiento primero, donde se resumen todos los demás, del gestor moderno: no pretendas aumentar los ingresos, que es tarea costosa y penosa; mejor reduce los gastos, tarea que, además, no requiere un gran esfuerzo mental.

Eulogio López