Alierta visitó a Rosell para templar ánimos pero no ha servido de mucho. Además, en la patronal se acusa a Rosell de intentar pactar a cualquier precio con el Gobierno para reforzar su imagen. Por el momento, automóvil, químicas y papel ya están en el sector crítico.
El pobre Joan Rosell no lleva ni cuatro meses al frente de la patronal CEOE y ya le están buscando las cosquillas. La principal acusación es la de pactista, con el Gobierno Zapatero, claro. Hay patronales que consideras que está cediendo demasiado.
De hecho, Automóvil, Química y Papel ya están en campaña anti-Rosell. Encima, tal y como anunció, Carlos Pérez de Bricio ha abandonado la Presidencia de Confemetal a mitad de mandato, lo que ha abierto una pugna sucesoria entre el aragonés Javier Ferrer, su sucesor natural, y el madrileño José Miguel Guerrero. Parece que ganará Ferrer, en cuyo caso Rosell se topará con otro crítico.
Pero el principal problema del presidente de la patronal no es ese. El problema es que la CEOE ha quedado desdibujada tras la irrupción del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), formado por las 17 empresas más importantes del país, con los presidentes de Telefónica, César Alierta, Santander, Emilio Botín y Caixa, Isidro Fainé, a la cabeza. Alierta, como presidente del CEC, acudió a visitar a Rosell y le trasmitió que el CEC actuaría en coordinación con la CEOE, pero no ha sido así. Lo hizo para templar ánimos pero no ha servido de mucho. Como adelantara Hispanidad, ha sido el CEC quien ha enviado al Gobierno un documento donde solicitan, seis meses después de la Reforma laboral de ZP, un nueva reforma con el despido libre y la reforma total de la negociación colectiva por bandera. Frente a esto, la actual negociación entre Ejecutivo, CEOE y sindicatos sobre convenios se queda en poco, por no decir en nada.
El CEC se ha comido a la CEOE. Aquí sólo mandan los grandes.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com