Tras la retirada de Sacyr, el problema sigue siendo el mismo al que se refería Luis del Rivero durante este mes y medio de pugna, el mismo problema al que también aludió el vicepresidente económico Pedro Solbes: el BBVA vuelve a ser un banco opable, con un Consejo que no controla sino el 0,06% de su capital. Teóricamente, el Gobierno Zapatero tendría ahora mismo muy pocos argumentos si un banco extranjero decidiera comerse el BBVA. Muy pocos, por no decir ninguno, al menos en el seno de la Unión Europea.
Por eso, se podría decir que la tarea de FG no ha terminado con la retirada de Sacyr, sino que acaba de empezar: o se buscan caballeros blancos con los que forjar un núcleo duro o busca una fusión, que debería ser con una entidad financiera. Y eso sí, en ninguna de las situaciones, el Gobierno se lo va a poner fácil.