Al estudiar y proponer caminos para la curación de las sociedades y para la promoción de la familia, es necesario dirigir la mirada hacia un fenómeno grave, complejo y destructor: el aborto.
Porque el aborto va directamente contra uno de los puntales que permiten la existencia de toda comunidad: la transmisión, tutela y promoción de la vida.
Porque entre las causas del aborto está un modo erróneo de entender la sexualidad que lleva a ver el embarazo como algo temido. Entonces, cuando se producen los así llamados "embarazos no deseados", muchas mujeres, por sí mismas o bajo la presión de algunos familiares y conocidos, deciden eliminar a su hijo, en el que ven principalmente un obstáculo a la propia realización.
Porque el aborto que se produce en el contexto de la vida matrimonial implica una grave destrucción del amor. Si un hombre y una mujer contraen un matrimonio verdadero, lo hacen desde el amor y para amar. Si luego la llegada de un hijo llegase a ser vista como "inoportuna" o como "negativa" porque ese hijo tiene características no deseadas (es hija en vez de hijo, está enfermo, etc.), estamos ante una carencia profunda del amor, que de por sí implica abrirse al otro sin condiciones.
Estos son algunos de los motivos que muestran cómo el aborto daña profundamente la vida de las personas, de las familias y de los pueblos, sin olvidar nunca que en cada aborto se suprime una vida humana inocente.
Valentín Abelenda Carrillo