• El presidente Mohamed Mursi expulsa a los militares y asume más poderes que Mubarak.
  • La minoría cristiana tiembla.
  • Mientras, Israel observa con preocupación la batalla del Sinaí entre dos fundamentalismos.

Lo venimos diciendo en Hispanidad desde antes, incluso, de la llegada de los Hermanos Musulmanes al poder: Egipto se radicaliza, y no son buenas noticias para una zona de alto, altísimo riesgo.

El asunto es que el nuevo presidente, Mohamed Mursi (en la imagen) ha asumido más poder que el que tenía el depuesto Mubarak, y ha expulsado a los militares para tener el camino expedito. De hecho, y de forma repentina, ha reestructurado la cúpula militar del mayor ejército del mundo árabe. Así, Mursi se ha desecho de los generales más viejos y fieles a Mubarak, y ha dado paso a militares más jóvenes y fieles a sus ideas, como es el caso del nuevo ministro de Defensa, Abdel Fatah Al Sisi, que ya ha sido acusado de simpatizar con los Hermanos Musulmanes.

En cualquier caso, más que los nuevos nombramientos, lo que preocupa y mucho a la minoría cristiana del país es el hecho de que el nuevo mandatario, fundamentalista islámico, acumula más poder que el anterior presidente Mubarak. Para empezar, Mursi ya ha incumplido dos promesas: nombrar un primer ministro independiente y liberal, y nombrar un vicepresidente copto o mujer. El primer ministro es Hisham Qandil, criticado por su cercanía a los Hermanos Musulmanes, y como número dos del Gobierno, Mursi nombró finalmente a Mahmud Maki, un juez que no dudará en llevar a cabo la agenda del presidente.

Mientras tanto, en Israel ven con creciente preocupación la batalla del Sinaí entre dos fundamentalismos. Esto es, entre Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, y los Hermanos Musulmanes. Recordemos que el pasado domingo 5 de agosto, murieron 16 soldados y policías egipcios tras el asalto terrorista al puesto fronterizo de Rafá, y que sirvió de excusa a Mursi para reestructurar la cúpula del ejército.

Pablo Ferrer

pablo@hispanidad.com