La Casa Blanca pretende forzar a la OTAN para que instale su escudo antimisiles iraní en Turquía. Todo ello a pesar de que Erdogan se está alineando con el régimen de los ayatolásRusia se opone porque puede afectarle en su frontera sur, aunque Putin pretende crear la OPEP del gas con Teherán.

El programa nuclear iraní continúa siendo uno de los principales quebraderos de cabeza para la diplomacia internacional. En el día de hoy, ha vuelto a la actualidad el célebre escudo antimisiles que la OTAN, a instancias de Estados Unidos, pretende instalar en el territorio europeo con el fin de garantizar la protección de las capitales europeas ante un hipotético ataque iraní. En este sentido, tal y como informa el diario International Herald Tribune, en el día de ayer, el ministro de Asuntos Exteriores turco anunció que sería su país el lugar donde será instalado el precitado sistema de protección ante misiles balísticos.

La elección de Turquía como sede para el precitado sistema responde al objetivo que pretendían tanto el actual presidente norteamericano, Barack Obama como su antecesor en el cargo, George Bush, que era el ingreso de Turquía en la Unión Europea, ya que la nación turca es el principal aliado de Estados Unidos en la zona y al mismo tiempo, el principal quebradero de cabeza para la diplomacia del Viejo Continente.

Tal y como afirman los expertos, esta ambición estadounidense con respecto al ingreso turco en la UE, podría ser un nuevo error de la diplomacia norteamericana -que hace décadas que no logra un éxito en su política exterior- ya que en los últimos meses el gobierno turco liderado por Erdogan -cada vez más alejado del secularismo constitucional- ha iniciado un acercamiento paulatino al régimen islámico de Teherán con lo que otorgar a Turquía la responsabilidad de velar por el sistema antimisiles iraní podría ser más que imprudente. Muy significativo es que en su interlocución el jefe de la diplomacia turca no haya citado a Irán al referirse a los países que podían amenazar la estabilidad occidental.

Otro aspecto que genera gran controversia con respecto a esta materia es la posición de Rusia, que se ha opuesto claramente a este proyecto debido a que el antiguo gigante soviético continúa siendo un firme aliado de Irán y el actual primer ministro ruso, Vladimir Putin, -que en los próximos meses pretende plantar cara al presidente Medvedev para volver a recuperar la Presidencia- sigue empeñado en lograr su ansiado proyecto de la OPEP del gas con el régimen iraní ya que ambos países controlan más del 40% de las reservas mundiales de esta fuente de energía.

Gabriel López

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