¡A la Espe le va la marcha! La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, tiene una virtud y un defecto: se le comprende todo y no se le entiende nada.

El martes tarde se le ocurrió decir que "si la educación era obligatoria y gratuita en algunas fases a lo mejor no tiene por qué serlo en todas las fases". Ahí fue Troya.

El País le ha respondido con el siguiente titular: "Aguirre agita las protestas con un ataque a la enseñanza gratuita". RTVE, aún más genial, comenzó su telediario estrella (martes, 21,00 horas) con la doctrina Fran Llorente, director de Informativos y el 'number one' de la tergiversación mediática en España: "Esperanza Aguirre -coma- en vísperas de una nueva huelga de maestros -coma- ha visitado a su Majestad el rey...". Supremo.

Por eso digo que se la comprende todo y no se la entiende nada, porque doña Espe tiene la mala costumbre de no terminar sus ideas. Y cuando las termina es a remolque de las críticas recibidas y entonces dice lo que no debía decir, como las alusiones a los master postgrado.

En otras palabras, ¿A qué enseñanza se estaba refiriendo doña Espe? Según el rey de la manipulación mediática, el precitado Fran Llorente, la respuesta está en Twitter, que es una plataforma tan amplia que en ella encuentras glorias enormes y majaderías igualmente enormes. En Twitter le respondieron, según RTVE, que los master de postgrado no son gratis. Por supuesto que no lo son, sólo faltaría. Pero la enseñanza universitaria pública sí que lo es, o casi.

Matricularse en Derecho en la Universidad Complutense puede salir por unos 900 euros al año mientras cursar derecho en una universidad privada madrileña no sale por menos de 900 euros al mes (cifras simples, ignoro descuentos, extras, etc).

Y eso es lo que decía Esperanza Aguirre: que lo que sale gratis no se valora. Por eso, aunque las universidades públicas cuentan con mejor profesorado -al menos, hasta que Felipe González se cargó el sistema de oposiciones para que los progres pudieran controlar la universidad- los estudiantes -con todas las excepciones que se quiera, que haberlas haylas- suelen salir peor preparados de las públicas que de la privadas. ¿Quién tiene la culpa? Los profes de la universidad estatal, quienes, como sus colegas de primaria y secundaria de la escuela pública-, trabajan menos que sus homólogos de la privada. Y también los alumnos de las universidades públicas que estudian menos. Curioso: porque a las mejores carreras de la pública acuden aquéllos que tenían mejor expediente en el bachillerato. Pero es que lo que no cuesta no vale. O mejor, no se valora.

Eulogio López

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