Sr. Director:
Sistemáticamente se está hablando de la coeducación como el único sistema educativo válido en una sociedad progresista, acusando a la educación diferenciada de arcaica, sexista etc. Tanto se han repetido estos argumentos, a modo de slogan, que hay mucha gente que así lo cree, se ha creado un prejuicio. Hoy existe entre muchos el prejuicio de que las escuelas con educación diferenciada incurren en una discriminación por razón de sexo, apelando a este criterio en algunas comunidades autónomas a estas escuelas se les ha negado el concierto. La realidad es que de discriminación nada, como ejemplo podemos ver que la Convención de la UNESCO de 1999, relativa a la lucha contra la discriminación en la esfera de la enseñanza, señala explícitamente que no es discriminatorio crear o mantener sistemas o establecimientos de enseñanza separados para los alumnos de sexo masculino y femenino, siempre que estos sistemas o establecimientos ofrezcan facilidades equivalentes de acceso a la enseñanza, dispongan de un personal docente igualmente calificado, así como de locales escolares y de un equipo de igual calidad, y permitan seguir los mismos programas de estudio o programas equivalentes. No es, pues, legítima la pretensión de algunos partidos políticos de negar la renovación del concierto económico a los centros de educación diferenciada por el simple hecho de haber elegido una opción pedagógica distinta y seguramente más eficaz que la del sistema público.
Los partidos y sus gobiernos deberían actuar desde la legitimidad (aplicar las leyes), y no desde el prejuicio. El proyecto de ley de educación tiende, desgraciadamente, a profundizar en este prejuicio, pudiendo convertir en ilegal lo que a todas luces es tan legal como la enseñanza mixta al tiempo que se priva a los padres de poder elegir centro según las propias convicciones pedagógicas.
Jesús Martínez Madrid
jdomarmadrid@hotmail.com