Este vídeo es una historia de amor. Sin duda, la más grande historia de amor que se haya contado nunca. En Youtube bajo el título: "La mejor historia de amor". Es, además, una historia de entrega y de sacrificio, de solidaridad, de redención y de holocausto. Una historia de amor entre un padre y su hijo que trasciende todas las culturas de todas las épocas.

El ritmo del vídeo es pausado, suave, contemplativo. Deja que las emociones fluyan poco a poco. Quizás el primer minuto pueda parecer lento, pero luego cobra fuerza y afluyen la expresividad, el dramatismo, la emoción. Las imágenes proceden de un cortometraje titulado "Most", una producción de Eastwind Films, dirigida por Bobby Garabedian.

La idea de la segunda campaña publicitaria fue un golpe de suerte. Uno de los responsables de AFAL (Asociación para las Familias con Alzheimer) asistió a un congreso y, al terminar una de las sesiones, salió a conocer la ciudad.

Le acompañó una guía turística, Elena, que disfrutaba recordando todos los datos relevantes de la historia de la ciudad. En aquel paseo, Elena le transmitió algo más que los datos artísticos: le hizo vivir el espíritu que permanece en las piedras, el poso de historia, identidad y sentimientos que el tiempo ha dejado allí, y que sigue vivo porque cada día alguien lo recuerda a los demás. En esa visita turística, el directivo de AFAL cayó en la cuenta de un hecho terrible: somos lo que conservamos en la memoria: ahí están nuestras raíces, nuestros amores, nuestra historia; sin memoria, no somos nada.

Si olvidamos lo que otros hicieron, y si olvidamos lo que hicimos y amamos, quedamos profundamente reducidos; conservamos, tan sólo, las emociones más elementales de nuestro cerebro primigenio. El olvido de todo es lo que va transformando al enfermo de alzheimer en un ser en permanente despedida. Esta cruel enfermedad despoja a quien la padece de su historia enfocada desde sí mismo y lo obliga a la exclusiva interpretación ajena. ¡Qué importante es, en esas situaciones, que sepamos dar amor... incluso aunque el enfermo no lo note!

Clemente Ferrer

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