La Caixa espera que los mercados financieros, es decir, los especuladores, valoren su Caixabank al 80% de su valor teórico contable.

¡Qué bueno es el mercado!, como gustan recitar sus adoradores, los analistas, que repiten con unción: "el mercado es soberano". Yo diría que es soberano, sí, pero un soberano tirano, cruel y bastante miserable. 

Estoy hablando de la mejor caja de ahorros de España, cuya solvencia supera a la de sus colegas bancarios y que ha demostrado una fortaleza financiera espléndida y una rentabilidad acusada. Además, lidera uno de los principales grupos industriales españoles. No es broma: Caixa Holding, una vez depositadas en el neonato Caixabank las participaciones en Repsol y Telefónica, vale 10.600 millones de euros, con un beneficio de 600 millones de euros por año. Pero, miren por dónde, resulta que esas salutíferas participaciones en empresas estratégicas juegan ahora en su contra, porque el consenso del merado, que es algo así como la conjura de los necios mezclado con el consenso de los políticos y bancos centrales, que es algo así como el consenso de los idiotas, ha decidido que poseer participaciones industriales no es, como hasta ahora habíamos creído todos, un pro sino una contra lamentabilísima que hay que poner en venta cuanto antes.

Esa es precisamente la diferencia entre un empresario y un financiero: el empresario produce algo y colabora así al bien común, es un valor añadido social. El financiero sólo piensa en comprar y vender, no produce absolutamente nada. Es, en pocas palabras, un parásito de la empresa. De la economía real.

Pero, naturalmente, don mercado, de apellido financiero, que como creo haber dicho ante es soberano y tirano, le importa un pimiento todos los tesoros de La Caixa. ¿Quieren dinero para convertirse en banco? Pues entonces tendrán que venderle por debajo de su precio justo para que el señor mercado pueda revenderlo a un tercero y obtener un dinero gratis, mayormente en el lapso más breve posible, que don Mercado, de apellido financiero, no tiene tiempo que perder. 

Todo ello ya fue explicado muy requetebién por un tal Tomás de Aquino, hace casi 800 años. ¿Por qué la usura, es decir, la banca -que comparada con don Mercado es una señora honesta y recatada- es moralmente reprobable? Porque no ofrece nada útil al bien común. Sólo vende tiempo aprovechándose de su preeminencia, es decir, de que es más rico.

Los mercados financieros han dado un nuevo giro, aún más especulativo a la cuestión. No es que tengan más dinero sino que han obtenido el monopolio sobre el dinero de los demás. Ellos, de hecho, no arriesgan nada. Simplemente, han expropiado a la sociedad la capacidad de expropiar el dinero de los demás, generalmente de millones de pequeños ahorradores incapaces de colocar sus fondos por sí mismos en unos mercados bursátiles gigantescos, indescifrables e inabarcables.

Total, que su propiedad no es real, es fiduciaria: está en manos de los intermediarios, que son los que tienen la sartén por el mango.

Ahora bien, toda esta tiranía de don Mercado Financiero está referida a la minusvaloración que el susodicho sátrapa hace de una empresa espléndida como La Caixa, fabricada por catalanes durante 100 años, gente amiga de crear cosas duraderas: carreteras, redes de satélites, de energía, etc. Y a éstos, ya, de entrada, don Mercado les hace el gran favor de exprimirles: les mete una quita del 20%. Pues bien, no es de extrañar que al resto del sector ahorro, don Mercado le enchufe un descuento mucho más usurario, del 40, 50, 60 u 80%, destrozando así el sector cajero, es decir, el que más ha contribuido al bien común de la sociedad española por la cuádruple vía de la obra beneficio-social, el soporte accionarial de empresas estratégicas, el crédito hipotecario para que las familias accedieran a una vivienda en propiedad y el crédito al pequeño comerciante, empresario o profesional de la zona. 

Este es el sector que Zapatero, -los progres siempre son los amantes favoritos de don Mercado- se va a cargar, en cosa de dos años y en nombre de su soberano: los mercados capitalistas, especuladores y apalancadores. Es decir, los responsables de la crisis económica más grave de los últimos 100 años.

¡Eres grande ZP!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com