Las draconianas condiciones que se imponen a los minoritarios, así como el carácter apalancado de la operación, pueden crear un precedente muy peligroso. El nuevo presidente de la CNMV, Manuel Conthe, se juega su prestigio en la primera gran decisión como líder del regulador de mercados. Carlos Arenillas intenta que no se cree un grupo editorial de derechas.

Los técnicos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) llevan demasiado tiempo pendientes de mirar con un ojo a su trabajo y con el otro a la autoridad, para que sus conclusiones no contradigan los deseos de los jefes. Manuel Conthe y Carlos Arenillas, presidente y vicepresidente de la CNMV, consideran que la operación está tan bien trenzada que es tan injusta como legal. De hecho, Arenillas es partidario de prohibir la operación, mientras Conthe no encuentra razones de peso para hacerlo.

Veamos, por una parte, los directivos de Recoletos compran el grupo al principal accionista, Pearson-Financial Times, gracias a Banesto, una entidad presidida por Ana Patricia Botín, sobrina de Castellanos, quien toma una participación, además de ofrecer dinero y avales, y facilita a Recoletos otras tres entidades con la que repartir riesgos. Ahora bien, un apalancamiento de esas proporciones a lo que probablemente llevará es a una reducción de plantilla o a una venta de servicios. A algunos le podrá parece inmoral, pero ni ilegal.

Los accionistas minoritarios cobran menos que precio al que compraron la oferta pública de venta con la que Recoletos salió a Bolsa. Eso también suena feo, y es como para cabrear a cualquiera, pero no es inmoral.

También está atado y bien atado, la posibilidad de que hubiera una contraopa a mejor precio. En primer lugar, porque Pearson se quiere ir, y posee más de un 70%; y en segundo lugar porque, aun cuando llegara ese competidor, el acuerdo con Pearson conlleva otras cuestiones no sólo monetarias: colaboración entre ambas empresas, ahora divorciadas, etc.

Sólo hay un punto en el que la Comisión, o al menos el vicepresidente Arenillas, considera que puede agarrarse: es el hecho de que Castellanos obliga a los minoritarios ha aceptar estos precios bajo la amenaza de ir a la exclusión de Bolsa, lo que podría resultar aún más pernicioso para sus ahorros. En definitiva, estamos ante una oferta de compra pero con amenaza: son lentejas.

El presidente de la CNMV, Manuel Conthe, ha hecho su carrera en el sector público y en organismo internacionales... públicos. Tiene mentalidad de funcionario, y considera que la norma hay que cumplirla siempre. Su segundo es Carlos Arenillas, esposo de Mercedes Cabrea, número dos, tras Zapatero, en la lista por Madrid con el PSOE. El todopoderoso Miguel Sebastián, procede del sector financiero, para ser más exactos de la famosa CIMD, o Corretaje de Intermediación Monetaria y de Divisas. CIMD era un broker ciego, es decir, un chollo. Los broker ciegos eran intermediarios de renta fija que ponían en contacto a comprador y vendedor (naturalmente, a cambio de la correspondiente comisión) de renta fija, sin que ninguna de las dos figuras conociera la identidad de la otra. Si eras amigo del Banco de España durante el Felipismo, te concedían un broker ciego y ya podías comprar sacos donde meter el dinero, porque en los bolsillos no cabía. Cuando se acabó el chollo, los broker ciegos se convirtieron en muy dignas agencias y sociedades de valores. Arenillas, por tanto, es un socialista, pero un socialista forrado gracias al Felipismo. Arenillas es amigo de todo el clan Intermoney, entre los que figuran el propio Miguel Sebastián, asesor económico de ZP, y el secretario de Estado de Economía, David Vegara.

En otras palabras, Arenillas está más ideologizado que Conthe, a pesar de que éste ha sido director general del Tesoro con Solbes. A Arenillas no le agrada que Castellanos se haga con un importante grupo editorial, que publica el rotativo Expansión. Y que seguramente hará un periodismo conservador. Y a su amigo Miguel Sebastián le sacan de quicio los editoriales de Expansión.

Y lo malo es que el caso Recoletos puede crear precedentes en el mercado. Si se aprueba la operación, seguramente se repetirán, como ocurre en Estados Unidos, más operaciones apalancadas, con sus correspondientes reducciones aceleradas de costes (en plantilla) y más exclusiones forzadas de Bolsa.