En reiteradas ocasiones el Observatorio antidifamación religiosa, amparado por la legislación vigente y por los Acuerdos entre la Iglesia y el Estado, ha solicitado a las autoridades que intervengan y que no consientan más ofensas y burlas a la religión católica.
Una vez más, viejas estrategias adquieren nuevas formas. Añadida a la presión legislativa y social del laicismo que propugna el Gobierno de Zapatero, la emisión de programas que desprecian el hecho religioso, reduciéndolo a algo grotesco y paranoico con los recursos más burdos y repugnantes que se pudiera pensar, no contribuye más que a crear un enrarecido clima de violencia social contra el núcleo básico de la persona humana, su conciencia y su razón de sentido.
Permitir la proliferación de ciertos programas que escarnecen un bien que es precioso para millones de españoles y es sustancial en nuestra historia común al tiempo que se permiten y aplauden ofensas hechas por grupos no caracterizados por vivir el decoro, el buen gusto ni la caridad, es un síntoma elocuente de degeneración ética. Pero no dudemos que esta espiral no saldrá gratis; dañará, está dañando ya, las bases de nuestra convivencia y de nuestro futuro.
Enric Barrull Casals