Me he levantado el día de ayer con una apremiante preocupación social, y sin dilación y presuroso encendí el televisor para calmarme ante la imagen de mi sonriente presidente de ojos claros. Tranquilo me quedé ante su buen talante y buen hacer en la tarea de gobernar, no sólo al país, sino lo que es más importante, a nosotros, los ciudadanos de a pie, que bien cosa distinta somos.
Todavía soy joven, y aunque es cierto que la política no se encuentra en la principal de mis ocupaciones, sí me preocupan los que me rodean, a los que antes de dejar de ser fruto de la cultura romana y cristiana, se llamaba prójimo, a ese del que decían que teníamos que amar y cuidar, antes de que nuestro presidente nos descubriese que los que así piensan defienden una posición carca y retrógada que hay que combatir.
Pero aún así en mi televisor se colaron algunas noticias preocupantes: la violencia doméstica, el abominable crimen del aborto, la pobreza en nuestras calles en aumento (claro que esto lo dice Cáritas, que se dedica desde su actitud carca y retrógada a paliar la desgracia de esos que se llamaban prójimos), la guerra de Iraq y Afganistán, el terrorismo, que golpea fuerte... Este último más preocupante cuanto más golpea a los países ricos, no como antes, problema exclusivo de España y países que denominábamos repúblicas bananeras.
Pero, ¡menos mal! que reapareció mi presidente en mi pequeño televisor para tranquilizarme, asegurándome que algunos de estos problemas ya se encuentran en camino de solucionarse.
Puedo hacer un sucinto repaso por todo aquello que me desvelaba y me presentaba el futuro algo incierto. El terrorismo ya se encuentra en franca extinción: es de todos conocido que la paridad sexual en el Consejo de Ministros ha sido un duro golpe para los criminales de ETA y sus compinches; la Alianza de Civilizaciones de Zapatero (propuesta en la ONU), plasmada en el discurso de laicidad que ya nos permite la persecución descarada y grosera de todo católico en nuestro país; la violencia doméstica, resuelta a golpe de ley, ¡sólo si eres mujer!; la protección de la infancia a estudio por un Consejo de Sabios que evitará la telebasura, si el niño sobrevive a la ley del aborto libre; los viajes del IMSERSO con 80.000 plazas más, si antes no aprueban la Ley de la eutanasia y te llevas el billete grapado en la caja de pino; el fomento de la familia, con una medida a su altura como es el divorcio-express; el apoyo a los minusválidos evitando que prolifere esta lacra con un buen aborto a tiempo... y todo con mucho talante, mucho diálogo. Ya me he quedado tranquilo, ¡qué alivio!... y yo preocupado.
Roberto Gómez
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