Cuando se habla de que el mayor consumo de agua se produce en agricultura, pienso que se habla gratuitamente, pues cabe recordar que esta agua va íntegramente a la producción de alimentos.
No obstante es cierto que el consumo se puede reducir y desde el sector se está haciendo un gran esfuerzo. Cuando se habla del esfuerzo de modernización de los regantes, no se habla de manera gratuita. Según recuerda Feragua en su boletín, ahí están las cifras de inversión, pero no sólo. Poco a poco, y gracias a ese esfuerzo, las técnicas de riego más eficiente se imponen sobre las más tradicionales y el volumen de consumo de agua consumida por el regadío sigue descendiendo.
Así, en 2012, el volumen de agua de riego utilizado por las explotaciones agrarias descendió un descenso del 3,1% respecto al año anterior, bajando hasta 15.833 hectómetros cúbicos. Un descenso que fue posible gracias a los nuevos sistemas de riego más eficientes. Así, por técnica de riego, el volumen de agua aplicado a los cultivos mediante goteo (riego localizado) se incrementó un 7,2%, mientras que el riego por gravedad, el menos eficiente, disminuyó un 11,5% y el uso de agua de riego por aspersión se redujo un 1,1%.
Sería bueno que las administraciones y algunos los grupos de presión tomaran nota de estos datos, pues esa eficiencia en el uso del agua tiene la contrapartida de la dependencia energética, y lo que parece ilógico es que se pida a los regantes el esfuerzo para consumir menos agua mientras al mismo tiempo se les penaliza ese esfuerzo con unos costes eléctricos inasumibles.
Domingo M.