¿Saben ustedes por qué hay déficit público, por qué nos suben los impuestos, nos reducen los salarios, nos congelan el salario mínimo, se suprimen las ayudas a la maternidad, etc, etc? Por sentimentalismo, enfermedad asaz peligrosa que propicia la demagogia de partidos políticos, sindicatos, empresarios y medios informativos (sí, también tenemos nuestra parte de culpa).

 

El PSOE de Rubalcaba se solidariza con la marcha negra del carbón. ¡Alfredo hijo, qué cara más dura tienes! Mire usted, no había que haber reducido la subvención al carbón español: había que haber cerrado una instalaciones que no podrán ser rentables jamás y que obliga a los españoles a mantener un negocio inviable.

He tenido compañeros de estudios en mi Oviedo natal que no estudiaban porque tenían su vida prefijada: en cuanto fueran mayores de edad al pozo... para producir, con mucho esfuerzo, un producto que nadie necesitaba, malo, caro y encima contaminante. Con la marcha negra se está haciendo demagogia de la más negra.

Demagogia verde: España es el país que más ha financiado las llamadas energías renovables, un desastre económico que aún precisa más subvenciones anuales -del resto de los españoles- que la mina. Pero quien opte por la energía nuclear -la única que puede proporcionar energía barata e intensiva- le llaman de todo menos bonito.

No, hay que seguir pagando a unos empresarios jetas para que sigan poniendo en marcha huertas solares fotovoltaicas o, aún peor, centrales termosolares. Es el sentimentalismo de la demagogia verde, que puso en marcha Zapatero y al que no se atreve a poner coto Rajoy.

Y llega la demagogia más cara de todas: la demagogia financiera. Consiste esta en que todos tenemos el deber de salvar a los bancos quebrados, porque claro, los ahorradores protestan. Ahora bien, los ahorradores están salvados y bien salvados, así como protegidos por el Fondo de Garantía de Depósitos. Los que no hay que salvar es a los inversores, que asumieron un riesgo para ganar más dinero. Pues lo siento mucho si perdieron.

Un suscriptor de preferentes, de deuda de cualquier tipo, etc, no es un damnificado. Es un señor que en lugar de cobrar el 0,1% por sus ahorros quería cobrar el 5, el 6 o el 7%. ¿Le salió mal? Pues cuanto lo siento, pero no sé porque tenemos que pagar sus pérdidas entre todos.

¿Qué les engañó el director de la sucursal? Pues para eso están los tribunales, pero no el presupuesto público. Juan Español no les ha engañado.

Y ojo, porque la demagogia financiera es la más dañina de todas, más que la demagogia negra y la demagogia verde.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com