Tardé 48 horas en leer el Padre Elías y he tardado 48 días en leer El Librero de Varsovia, antecedente del anterior, su capítulo previo. Supongo que eso quiere decir algo. El Padre Elías, del canadiense Michael O'Brien, es una verdadera joya del subgénero novelesco más difícil: el apocalíptico. Sin duda, el canadiense consiguió describir la parte invisible, como siempre ocurre la más real, del hombre y del mundo. El Librero de Varsovia es otra cosa. La historia de la infancia del Padre Elías en la Varsovia nazi. Pero sí hay algo curioso que decir en un favor. Michael O'Brien se ha convertido en el mejor analista de la perversidad intrínseca de la homosexualidad. No me refiero a la mala leche de los zerolos, de cuya magnificencia puede dar fe Hispanidad, sino de la degradación a la que se condena el homosexual que se abandona en este infierno y abandona la lucha por salir de él. Nadie como O'Brien ha sabido describir la miseria, la perversión gay, esa que alaba con tanta alegría los mentecatos europeos, hasta el punto de prohibir criticar, no a los homosexuales sino a la homosexualidad en pura impunidad. Porque parece como si la homosexualidad fuera el reflejo de toda la inmundicia que inunda el mundo. Sólo por eso, enhorabuena Michael. Eulogio López eulogio@hispanidad.com
Carlos Ocaña se confirma como el hombre fuerte de Telefónica, en representación de Moncloa... y de Florentino
11/12/24 18:08