La Cumbre iberoamericana pretende reforzar los lazos económicos entre España y Portugal con Iberoamérica. Es lógico: España es el segundo inversor, tras Estados Unidos, de Iberoamérica, y tiene un interés especial en ser el primero. Para ello, debe imperar un clima de seguridad jurídica y de repatriación de dividendos.
Por otra parte, Iberoamérica necesita inversiones directas. Ojo, directas. No financieras. En otras palabras, precisa inversiones empresariales, no financieras, las llamadas inversiones directas.
Por eso era tan importante la presencia de Cristina Fernández de Kirchner (en la imagen), expropiadora de YPF. El robo del gobierno argentino a Repsol no sólo ha malquistado la imagen de Argentina, sino la del resto de Hispanoamérica. Ninguna empresa quiere invertir en la zona, al menos en Argentina, pero sí quieren los especuladores que compran títulos hoy y los venden mañana.
Dicho esto, si lo que pretenden las cumbres iberoamericanas (y esta es la vigésimo segunda) es crear una unidad iberoamericana de naciones, una Unión Europea hispana, entonces no basta con acuerdos económicos. El dinero nunca ha creado países ni comunidades plurinacionales, sino los principios.
Los principios de la Hispanidad son tres: la fe cristiana, la lengua común -dos lenguas comunes, español y portugués- y la raza mestiza. Reafirmamos la tercera, promocionemos la segunda y prestemos algo de atención -ahora mismo no se le presta nada, a los principios cristianos sin los que no puede entenderse España ni la América hispana.
Eso sí, con Enrique Iglesias, un nombre NOM, al frente de la Secretaría iberoamericana, para mí que no vamos a avanzar mucho.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com.