Los hechos son éstos: el juez Castro sienta en el banquillo a la infanta Cristina de Borbón (en la imagen junto a Joaquín Sabina) -y qué contento está el muchacho con ello- por un presunto impago a Hacienda de 168.771 euros. Es decir, como co-responsable de la mitad del dinero que presuntamente estafó al Fisco su esposo, Iñaki Urdangarin. No entremos en si es culpable por no preocuparse de las cuentas de su marido, con un dinero que disfrutaba toda la familia. Si es así, que la condenen por ello.
Ahora bien, dicho esto, resulta que el muy progresista compositor y cantante Joaquín Sabina, defensor de los débiles y azote de lo tradicional, lo conservador, lo cristiano y demás tópicos al uso, debía a Hacienda cuatro millones de euros.
Es decir, Sabina debe al Fisco 23 veces más que la Infanta. Sin embargo, todos nos hemos apresurado -incluido su hermano, el rey Felipe VI- a condenar a Cristina de Borbón y a salvar y alabar al pobre Sabina, que sufrió un ataque de ansiedad, -de ansiedad fiscal- en el escenario. Algo terrible, sin duda.
Sabina, además, en su habitual tono matonil, se refirió a las "putas redes sociales". No hombre no, Joaquín: será la 'puta' Hacienda.
La doble vara de medir o que unos nacen con estrella y otros nacen estrellados. Bueno, no nacen, se hacen con la estrella en cuanto aceptan lo políticamente correcto, en cuanto se convierten en progresistas.
Eulogio López
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