Debería ser una espléndida noticia. La Corte Suprema de Costa Rica (vean la precisa información de Noticias Globales) ha prohibido el matrimonio gay, el gaymonio. Podríamos esperar que los argumentos del muy alto tribunal se refirieran a la imposibilidad, impuesta por la naturaleza, no por el hombre ni por la religión, de la convivencia entre dos varones o entre dos mujeres, pero no. Sencillamente, los magistrados se han atenido a que la Constitución de Costa Rica entiende ¿por qué será?- que el matrimonio es eso que forman mujer y hombre, el único sistema que permite la perpetuación de la raza, dicho sea de paso.
Que no, que hasta que no nos convenzamos de que lo malo no es el matrimonio homosexual eso es, simplemente, una cursilería propia de la degradación- sino la cochinada enorme de la homosexualidad, o mejor, hasta que no nos atrevamos a decirlo en voz alta, en el foro público, no hay nada que hacer. No se trata de una cuestión terminológica, de llamarle matrimonio o pareja de hecho. Se trata de no promocionar ni elevar a ley la sodomía, que no deja de ser la gran marranada del mundo contemporáneo.
Eulogio López