Cascos, el general secretario, decía que no quería volver. Era mentira. Le va más la política que a un tonto un lápiz. Lo que no quería era quemarse. Quería ser reclamado por aclamación en su Asturias natal. Una especie de retiro a lo Fraga. Pues bien, Cospedal se lo ha impedido. Hay miedo a Cascos. La secretaria general ha movilizado al partido para que no pudiera llegar a salir. Y lo ha conseguido. ¿Y ahora qué? Ahora toca esperar si Cascos mueve ficha o decide quedarse tranquilo.
Pero resulta curiosa la vuelta al pasado. Los rumores de la vuelta de Felipe González son cada vez más intensos. Sobre todo cuando la familia de Zapatero aprieta para que no trate de repetir un tercer mandato. Aznar es un jarrón chino que nadie sabe colocar. Y Cascos amenaza con intentarlo de nuevo. Las viejas glorias nunca mueren.