Sr. Director:

Durante un año, que por trabajo tuve que vivir en EEUU, frecuentaba una iglesia a unas cuadras de mi casa, donde solía trenzarme en discusiones aguerridas con el párroco, un irlandés de mediana edad, y muy liberal.

En esta parroquia, todo el mundo comulgaba, iglesia llena, por fila y ordenaditos. Durante la primera misa a la que fui, me avergonzaba pensar que en mi Tucuman lejano, apenas si comulgaba la tercera parte de los fieles. Esta admiración me duró sólo hasta la salida de la misa, hasta que descubrí los horarios de confesión: "todos" los sábados de 16:00 a 16:30 horas...

La explicación del cura era que yo consideraba más la religión desde su "aspecto culposo" (y allí la necesidad de visitarlo los sábados), y no desde el "aspecto gozoso", y por tanto vivía yo más preocupado por mis pecados, que por el "amooor" de Dios y la "unioooon" con mis hermanos en la cena del Señor.

De hecho, no estaba bien que yo me privara de unirme con mis hermanos en la comunión por la minucia de estar en pecado.... Creer o Reventar.

Ricardo Vidal

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