Muy divertido, el presidente del Senado, Javier Rojo, saliendo en defensa de SM doña Sofía y comparándola con su madre, a quien, al parecer, tampoco entendía lo del matrimonio gay.

Seguramente, el amor de madre consiguió comprender las curiosas explicaciones de su retoño.

El libro de Pilar Urbano, del que el diario El País ha hecho un buen resumen, consigue que SM se desmelene y, por ejemplo, manifieste, en línea con el Partido Popular y el centro-reformismo políticamente correcto, que la unión de los gays no puede llamarse matrimonio.

Que no, Majestad que no, que no es una cuestión terminológica. Por supuesto que sobre el ayuntamiento anal (nada que ver con el alcalde Gallardón) no se puede constituir un matrimonio, figura que tiene como uno de sus fines prioritarios la procreación y conservación de la especie, pero es que tampoco se arregla la cuestión con la creación de figuras como las uniones civiles o similares.

Lo que es radicalmente inmoral no es el gaymonio sino la homosexualidad, porque la toma por el ano ni es matrimonio, ni es amor, ni es sexo. Todos sabemos lo que es, a la vista de sus resultados, así como reparando en la resistencia que opone la naturaleza a ser violentada. ¿Significa esto que hay que castigar la sodomía en el BOE? Pues depende del desastre social que provoque, pero en principio, en la sociedad actual, no. Convendrán conmigo en que el adulterio es, asimismo, una cosa muy fea, también para los que no creen en el sexto mandamiento, porque no hace falta ser creyente para detestar la deslealtad y el perjurio, pero no parece que sea una buena idea encarcelar al adúltero, pues las prisiones están hacinadas. Pero, ante todo, porque la moral no encarcela, la Administración de justicia sí.

Por tanto, Majestad, lo inmoral no es el homomonio sino la homosexualidad. Además, Señora, con actitudes centro-reformistas no evitará usted que el lobby rosa le machaque. De hecho, los sodomitas tipo Zerolo ya se han rasgado las vestiduras con sus declaraciones y se disponen a exigir el advenimiento de la III República (no, Pedro José, tú no puedes presidirla, no insistas). Concluyendo: el problema no es el homomonio sino la homosexualidad, de la misma forma que el problema es la infidelidad en la pareja, independientemente de su tratamiento en el Código Penal.

Vamos con el aborto. Ahí, doña Pilar Urbano no ha inquirido a su regia interlocutora. Ha preguntado si SM estaba a favor del aborto, y la respuesta ha resultado extensa, copiosa, excesiva: En absoluto.

Bien, aquí sólo tengo que añadir algo: ¿Por qué no lo ha dicho antes? Los Reyes no gobiernan y mucho menos una reina consorte, pero constituyen una referencia social -es decir, moral- y este es su principal papel. Tienen poco poder -bueno, no tan poco- pero una enorme influencia. Y, en este sentido, ha esperado usted demasiado, Majestad, a sus 70 años de edad, con 100.000 abortos anuales en España, con más de 2 millones de inocentes asesinados en 33 años de vigencia de una ley inicua. Aunque peor es lo de su Esposo, que todavía no ha hablado y que ni tan siquiera tuvo la delicadeza de su colega Balduino de Bélgica, que abdicó temporalmente para no tener que firmar una ley que atentaba contra su conciencia.

Y no se me oponga que el Rey está obligado a firmar todo lo que el Gobierno y el Legislativo le pongan por delante: ¿Firmaría SM una ley donde se permitiera golpear hasta la muerte a la esposa si está no obedece a su media naranja?

Mucho más valor tiene la oposición de SM La Reina doña Sofía a la eutanasia, porque eso es un tema legislativamente actual, el próximo invento de ese genio de la política que es ZP.

En resumen, comparada con su esposo e hijos, especialmente con el heredero al Trono, doña Sofía se ha mostrado valiente. Ha tenido que cumplir 70 años para rasgar el velo, pero menos da una piedra y más daño hace. Más valiente que su Esposo e hijo, pero sólo en comparación, claro está.  

Eulogio López

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