El pasado viernes les contaba cómo desde la jefatura de Prensa, que con tanto acierto dirige doña Lisa Beni, del Tribunal Superior de Justicia de Madrid se nos aconsejaba que retiráramos dos vídeos grabados en el juzgado de violencia de género (perdón, juzgado contra la violencia de género) de doña Raimunda de Peñafort Lorente. Unos vídeos de la página www.projusticia.es que demostraban la calidad de la justicia cuando se trata de encarcelar a varones denunciados por sus parejas por violencia doméstica. En esta pieza fundamental de las llamadas medidas sociales del Gobierno Zapatero, tenemos de todo : falsedad en origen, mendacidad en los procedimientos, venganza premeditada contra los varones por el terrible hecho de serlo, connivencia perdón, coincidencia, no utilicemos términos forenses, que pueden ser peligroso- entre el aparato judicial y asociaciones feministas privadas-, desgarramiento de familias a cargo de asociaciones que colaboran con entusiasmo en el espectáculo que al final, antes que él o ella, pagan los niños y, en resumen, en el más radical, injusto y miserable de los esquemas ultrafeministas que rigen esta especie de Patio de Monipodio en el que se ha convertido el tratamiento judicial del matrimonio en España desde la Ley contra la Violencia de Género.
Pues bien, doña Lisa Beni es la esposa del magistrado Javier Gómez Bermúdez, presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, el mismo que se empeñó, vaya usted a saber por qué, en presidir el Tribunal que juzgaría a Emilio Botín, José María Amusátegui y Ángel Corcóstegui en el caso de las indemnizaciones, y que sería recusado por sus propios compañeros. Al final -el mundo es muy pequeño-, resultó que fue doña Raimunda de Peñafort quien absolvió a los próceres, quienes se vieron obligados, el uno a mantenerse en el poder, y los otros a huir cabizbajos a disfrutar de su multimillonaria fortuna. Esa misma jueza que absuelve a tan menesterosos señores es la que enarbola flamígera espada ante los violentos de la cosa doméstica. Por cierto, y no es más que una mera coincidencia, doña Raimunda de Peñafort Lorente sí formó parte del Tribunal que declaró inocentes a los co-presidentes y consejero delegado del primer banco del país, tras pagar el uno 154 millones de euros del banco para quedarse como presidente único, y recibir los otros dos 44 y 110 milloncejos de euros para consolarse en su aflicción.
Pero la cuestión no es esa. La cuestión es que la prensa alternativa, en concreto los llamados confidenciales de Internet, están demostrando cómo censurar a la disidencia la disidencia informativa está hoy en Internet, por eso les gusta tan poco a los señores de la prensa- en el siglo XXI. Es el resultado lógico de un proceso histórico. Veamos la primera censura es la política. Don Fernando Moraleda, responsable de prensa de Zapatero, por ejemplo, ha retirado a la prensa electrónica independiente de la agenda de la Comunicación de La Moncloa. Pero la censura informativa, la ejercida con prioridad por los políticos, no funciona, porque los políticos son muy poco trasparentes y lo único que les motiva es la filtración interesada a los medios amigos. Lo malo es que hay muy pocas filtraciones que les interesan. La información corre por otras vías.
No funciona la censura informativa y tampoco la económica. Entiéndanme: sí funciona, y a las mil maravillas, con los grandes medios, que precisan mucho dinero para alimentar su enorme capítulo de gastos. Lo malo es que los medios independientes son como moscas más bien tábanos- que dicen lo que los grandes elefantes no se atreven a mencionar para no molestar a los poderosos de la economía. Es decir, que no se pueden matar moscas a cañonazos, como bien debería saber George Bush. Sobre la censura económica, en lo que respecta a Hispanidad, podría aplicarse el viejo aforismo : podrán aniquilarnos pero no absorbernos.
Sin embargo Lisa Beni ha encontrado un nuevo sistema para terminar con la prensa independiente: los tribunales. Eficacísimo método, nacido de la vieja maldición gitana: Tengas juicios y los ganes. La pérdida de tiempo, de dinero, enervamiento, y, sobre todo, lo que condiciona y perturba el trabajo, convierten una sabia utilización del proceso judicial en el mejor instrumento del siglo XXI contra la libertad de prensión y contra cualquiera que prefiera la independencia al lujo, la libertad a la fama o hasta la inteligencia a lo políticamente correcto. Los tribunales son de lo más cansino.
Por cierto, otra coincidencia, resulta que el fiscal del precitado caso de las indemnizaciones multimillonarias, un fiscal poco agresivo, mesurado, especialmente con don Emilio Botín, más riguroso que ecuánime, D. Fernando Burgos, se querelló contra Hispanidad por las informaciones sobre tan modélico juicio oral, donde es cierto que no se condenó a los acusados pero a cambio, ninguno de ellos salió a hombros. El juez dio la razón a Hispanidad, pero el caso nos impuso dedicar muchos esfuerzos a defender nuestra supervivencia. Lo dicho, la asfixia judicial. Como se sabe, para sobrevivir a la censura judicial no hay que ser justo, sino contar con muchos abogados.
Eulogio López