Sr. Director:
Se cumplen 40 años del asesinato de Sharon Tate, de su hijo en gestación y de sus acompañantes.

Homosexual hasta su boda, con un impresionante currículum delictivo, drogadicto, violador, ladrón Charles Manson se vinculó al esoterismo y a varias sectas, entre ellas la Iglesia de Satán de Anton Lavey. El móvil del múltiple e inhumano crimen no está claro, pero no es casual que mientras Lavey celebraba la primera boda satánica, se fundase la familia de Manson.

En ese mismo 1967, Roman Polansky, marido de Tate, rodaba La semilla del diablo, película en la que una mujer queda embarazada del propio Satanás, poniendo a los ojos de todo el mundo la existencia del culto satánico y por tanto de Satanás mismo.

Manson, ¿instrumento de la venganza del demonio? Sea como fuere, el satanismo no deja de crecer a pesar de que sus consecuencias no sean muy alentadoras. Parece que el hombre de hoy trata de adherirse a doctrinas extrañas que le causan infelicidad, pues la arrastran al delito y a separarse de Dios. Doctrinas que le sumergen en un estado latente de condenación y del que, a pesar de todo, pueden desligarse gracias a la ayuda del que se enfrentó a la muerte para darnos la Vida. 

Iglesia por Iglesia, siempre será más rentable aliarnos con el Dios-Amigo que con el Demonio-Enemigo: seductor para procurarnos malestar en la tierra y el infierno eterno.

Si no que se lo digan a Manson, cuya paga ha sido 40 años de cárcel y la convicción de que no tiene nada de lo que arrepentirse.

Pili S Montalbán

monpili2@gmail.com