Hace ya un tiempo que la soldado americana Lynndie England se ganó una triste fama por su famoso reportaje fotográfico en Abu Ghraib. Pone los pelos de punta pensar que alguien pueda mofarse de tal modo de situaciones humanas tan tristes como las provocadas por la guerra. Como es natural, la mayoría de los mortales, incluidos Carod-Rovira y Maragall, pusieron el grito en el cielo para defender, con sentido común y sensibilidad, lo que debe ser la dignidad humana.
Hace pocos días hemos podido ver cómo otro reportaje levantaba en Afganistán una protesta contra lo que consideraban, con total sentido común y no menos sensibilidad, una afrenta contra sus convicciones. De nuevo el común de los mortales, incluidos Carod-Rovira y Maragall, se unía a esa protesta ante la barbaridad que supone agredir algo tan sagrado como los principios religiosos y la libertad.
Y no ha tenido que pasar mucho tiempo para que un nuevo reportaje fotográfico nos lleve a la mayoría de los mortales a repudiar el desprecio por la dignidad humana, por la libertad y por el más mínimo sentido de responsabilidad. Aunque, en este caso, no se trata de una soldado americana en las lejanas tierras de Irak, ni de irresponsables pero lejanos militares, periodistas o mandamases.
No. Son nuestros conocidos Carod-Rovira y Maragall, que en una mofa equiparable a las anteriores, se atreven a pisar su propia dignidad, su sentido común y su sensibilidad fotografiándose en actitud burlesca con una corona de espinas.
Señores, con esta evidencia en la mano, no sé si son capaces de lamentarse sinceramente de los hechos acaecidos en Irak o Afganistán. No sé hasta qué punto su defensa de la dignidad y la libertad es expresión de su sensibilidad. Ni siquiera sé qué significan para ustedes la palabra libertad o el concepto respeto. Lo que sí sé es que su falta de tacto, su irreverencia y su irresponsabilidad son, cuando menos, preocupantes.
Ante burlas de ese estilo, otros han acabado en la cárcel, han dimitido, han sido sometidos a investigaciones, han pedido perdón. Es cuestión de sentido común. ¿Qué van a hacer ustedes?
¿No les recuerda la sonrisa de esa foto a la que exhibía la irresponsable, insensible y salvaje Lynndie England en Abu Ghraib?
David Pérez-Piñar López
dpplopez@navegalia.com