Recientemente en un programa de televisión oía una entrevista que le hacían a un catedrático de farmacología, en relación con los medicamentos que más se utilizaban en nuestro país -no puedo darle su nombre porque estaba en otra sala contigua-, pero quiero recordar que los antidepresivos y tranquilizantes se encontraban entre los terceros principales en ventas.
Comentándolo después con mi madre, me decía: "hija, en mis tiempos, las personas que visitaban un psiquiatra eran las que tenían un problema serio, en todos los tiempos ha habido y seguirá habiendo gente que necesite de este especialista y tenga que medicarse, como otra cualquier enfermedad". Y continúa mamá: "pero, es que hoy en día se va al psiquiatra o al psicólogo, como quien va a la peluquería".
Lleva razón mi madre, hoy todo es movimiento veloz, y resulta que las personas necesitamos reposo; hasta las noticias e imágenes televisivas se suceden con rapidez vertiginosa, y no se asimilan: dentro de nosotros no se forma el poso de nada. Necesitamos una vida familiar serena.
¿No será que muchos están llenos de diversiones y de cosas, pero vacíos de valores? ¿Quiénes suelen escapar mejor? Yo creo que la gente de fe, los que saben hacer ratos de silencio para contemplar y sentirse amados por el Amigo que nunca falla. En Cristo encontramos consuelo, serenidad, horizontes, ideal, fortaleza, esperanza. Como digo a mis hijos, fuera de Él no es fácil encontrarlo. Y, para esto lo mejor es guiarse del consejo de un buen sacerdote.
Sí la mayoría de las personas que frecuentan las consultas de los psicólogos pasaran antes por el confesionario, de seguro que el número de pacientes se reducía. Nada es más eficaz que la Misericordia de Dios.
Josefina Galán