Precisamente en el buque insignia del empresario zapaterista por antonomasia, Antonio Catalán, todavía dueño de AC Hoteles.
El problema es que los tres comensales se entienden porque los tres son progresistas. ¿Qué es ser progresista? Mi definición favorita suele ser la de abajo los curas, arribas las faldas y ya podemos forrarnos de dinero. Bajo ese concepto, lo de menos es pertenecer al PSOE o al PP, residir en zona nacional o republicana. Como recuerda hoy en su espléndida reseña para Hispanidad (no, no voy a despedirle, sería muy caro) don Rubén Manso, hablamos de un liberalismo de bragueta que algunos confunden con la modernidad.
Ambos especímenes son capitalistas financieros, es decir, tienen una concepción económica que prescinde de la ética. Los progres de derechas y los progres de izquierdas coinciden en lo mismo: lo importante es comprar y vender, no producir. Para los progresistas de izquierda y de derecha, la economía no consiste en producir sino en comprar y vender. La clave de la política empresarial no es ni las pymes ni los autónomos, sino los mercados financieros y las multinacionales. La política económica consiste, no en reducir impuestos sino en aumentar las tasas y las sanciones y el problema principal de un país no es el empleo, sino el déficit y la deuda públicos.
Durante el estreno parlamentario de Rubalcaba, el gran hombre acusó al PP de ser un partido anti-social. Con ello, intentaba recuperar el discurso de la justicia social propio de la izquierda, así como la doctrina social de la Iglesia, anti-financiera y centrada en el salario justo y en la hipoteca social que pesa sobre toda actividad económica. No cuela claro está, porque el PSOE ya no es un partido de izquierdas -desprecia la cuestión social por anticuada- y el PP ya no es un partido de derechas -desprecia el salario justo del trabajador-. Ahora mismo, PSOE y PP coinciden en la gran paradoja económica actual: les preocupa más la economía española que la economía de los españoles. ¿Significa esto que los dos grandes partidos están trabajando para los ricos a costa de la gran masa de la clase media y media-baja? Sí significa justamente eso.
Supongo que la conclusión de que España precisa una nueva izquierda y una nueva derecha. Y que ni una ni la otra pisen el Santo Mauro.
Eulogio López
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