Eran los tiempos en los que la Fiscalía General del Estado funcionaba al modo asambleario, como si de una concentración de universitarios se trataba. Surgió el Caso Ercros, donde estaba involucrado el entonces ministro de Industria Josep Piqué, con Aznar recién llegada a Moncloa. Pues bien, Salinas era de los que opinaba que no veía indicios de delito en su actuación al frente de la compañía química.
Hoy, Salinas dirige la Fiscalía Anticorrupción, que está adquiriendo un protagonismo inusual. Protagonismo que a su máximo responsable no le gusta nada. Salinas se ha rodeado de expertos y acepta cualquier inspector de Hacienda o del Banco de España como perito ayudante. Por su parte, el PSOE, es decir el fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, está dispuesto a utilizar todos los resortes del Estado para resucitar cualquier escándalo que afecte a cualquier cúpula empresarial o bancaria.
Eso sí, Salinas odia a los medios informativos y considera que, cuanto más lejos, mejor.