La presentación del libro "Ocho años en la Moncloa" se convirtió en una nueva catarsis "popular", un válvula de escape frente a la frustración, un acto de afirmación colectiva, un baño de besos, abrazos y ánimos para un partido que todavía no ha digerido la derrota electoral. La sala del Hotel Palace se encontraba abarrotada hasta la bandera. En los pasillos, mirones, pelotas, curiosos y fans, muchos fans. Y mucho calor. El apelotonamiento del público provocaba ese calor y esa angustia propia de los locales de ocio de moda.
Rodrigo Rato acompañaba a la esposa del presidente. Con gesto cansado, pero con fidelidad a su amigo Aznar, cuyo "dedazo" le dejó fuera de la sucesión en septiembre y fuera del nuevo PP ahora. Salió del salón con cierto malestar acumulado e incluso algo borde, a juzgar por algunos asistentes que trataron de saludarle. Eso sí, besó, abrazó y departió con los fieles que se habían congregado sin quedarse al cóctel posterior organizado por la editorial Planeta.
Estuvo correcto y cariñoso en la presentación. Y Ana Botella se lo agradeció. Y le agradeció también la gran labor económica desarrollada durante ocho años. Aplausos enfervorecidos en la sala. Tras el agradecimiento, un recuerdo a las más de 190 personas que perdieron la vida el 11-M. "La ausencia de su voz y su presencia es nuestro dolor. Un dolor que ensombrece este acto", señaló Botella visiblemente nerviosa. Tan nerviosa como para recordar "ese primer día en La Moncloa, el 5 de mayo de 1996". Risas en el público. Sonrisa de la protagonista. Como el público sontió cuando Botella afirmó que llegaron a La Moncloa jóvenes. "Llegamos en el último estadio de la juventud y la abandonamos instalados en la madurez", matizó. Juventud acumulada, que se llama.
Ana Botella contó las "primeras veces" en La Moncloa con la ilusión de niño con zapatos nuevos. La primera vez que montaron en coche oficial. El primer viaje oficial a México: "Los mil periplos en campañas electorales y actos institucionales. He disfrutado con mis recuerdos, pero esta película ha pasado tan rápida que probablemente no nos ha dado tiempo a fijarla aún", señaló durante su discurso. También contó algunas anécdotas como cuando se le cayó una falda. "Mi reacción fue echarme a reír y recogerme la falda", dijo. Aunque, en realidad, su reacción fue echarse a reír, recogerse la falda y tratar de requisar los carretes de los fotógrafos que habían inmortalizado semejante momento.
Botella se refirió también a aquellos momentos en los que no se puede llorar como cuando mataron a Miguel Ángel Blanco o "cuando una hija de 20 años, a la que adoras, se te casa". También se refirió a la emoción de la mayoría absoluta del año 2.000. Momentos en los que "no se podía llorar", aunque las lágrimas acumuladas estallarán ese domingo 14 de marzo de 2004 "por el dolor de los atentados y el linchamiento de mi marido".
La autora negó que hubieran sufrido el "síndrome de La Moncloa" porque siempre había mantenido lazos de relación con sus familiares y amigos de toda la vida, a quienes agradeció haberles acompañado en los momentos buenos y en los malos como Perejil, el Prestige, las manifestaciones contra la guerra de Iraq y, desde luego, el 11-M, que obligó a Ana Botella a añadir un capítulo cero a su libro. "Me voy con la satisfacción del deber cumplido y con la satisfacción de haber vivido con una persona honesta que ha trabajado por su país y haber participado como espectadora en la mejora de nuestro país".
Pero, sin duda, lo más enternecedor fue el alegato al proyecto común Ana-José vital y político. "Todo empezó en noviembre de 1977 cuando José se ofreció al PP de Logroño para ayudar. Desde entonces, le he acompañado en un camino que hemos recorrido juntos y que seguiremos juntos, hasta que Dios quiera". Tras las emotivas palabras, nada de nostalgia: "Lo mejor está por llegar porque siempre me levantó la ilusión de pensar que el futuro nos traerá lo mejor".
En el público no faltaba nadie del Gobierno en funciones. Por supuesto, su marido, José María Aznar, que recibió abrazos y parabienes en la salida. También Federico Trillo y señora, en amigable carantoña. Zaplana, Elvira Rodríguez, Ana Palacio, Montoro, Arenas, Ana Mato, Mercedes de la Merced, Luisa Fernanda Rudí, Soledad Becerril, Pío García Escudero, Isabel Tocino, Miguel Ángel Rodríguez y Alberto Ruiz Gallardón a quien se refirió Ana Botella efusivamente en dos ocasiones. Curiosamente, Gallardón sí se quedó al cóctel. Rato, no. Obviamente, también estaba presente el sucesor, Mariano Rajoy, quien destacó la gran personalidad humana y política de Ana Botella. "Y si no se lo cree, léase el libro y se convencerá; pero si ya se lo cree, seguro que está de acuerdo conmigo y se leerá el libro", señaló tratando de hacer una gallegada.