El responsable de Economía de la Comisión Europea afirma que un no británico a la Constitución no sería alarmante, pero una negativa de los franceses echaría por tierra todo el proyecto. Considera optimista la previsión gubernamental de un crecimiento económico del 3% para 2005. Existen factores políticos, no de mercado, que explican la subida del petróleo, especialmente Iraq

Ojala Europa fuera a vivir sin energía nuclear. Este esa el deseo y la intención política del comisario de Economía del Ejecutivo de Bruselas, el español Joaquín Almunia, que acaba de renovar en el cargo.

En una comparecencia en Madrid ante el Foro de la Nueva Economía, Almunia consideró que no eran nada deseables los efectos colaterales de este tipo de energía. Lo cierto es que su postura enfrenta tanto al Gobierno norteamericano, que prepara un ambicioso plan de producción nuclear, como al Ejecutivo francés, que ya ha puesto a la venta su nuevo reactor nuclear, y que pretende exportar a toda Europa. Almunia, por contra, sigue en Kioto, pero ni él mismo es capaz de asegurar que la economía del siglo XXI pueda abastecerse con centrales de ciclo combinado y otras energías alternativas.

En otro orden de cosas, Almunia se postuló como un entusiasta partidario de la nueva Constitución Europea, que deberán aprobar los 25 países miembros de la Unión. En la línea del centro izquierda europea, el comisario se distancia de Inglaterra y sobrevalora a Francia. Así, llegó a afirmar que si los ingleses rechazan en referéndum el texto constitucional el resto del continente les dirá: Es su problema, al tiempo que consideraba que un no francés al texto elaborado por Giscard supondría un varapalo definitivo al proyecto de unidad europe Sin Francia el proyecto europeo no se puede concebir. Lo curioso es que en el Reino Unido gobiernan los laboralistas, y en Francia los conservadores de Chirac.

Volviendo a España, y a pesar de sus reiteradas alabanzas al rigor de su colega y correligionario Pedro Solbes, Almunia consideró que en la previsión gubernamental de un crecimiento de la economía española de un 3% para 2005 debe enmarcarse en el punto más optimista de las previsiones. Almunia recordó que la economía mundial está creciendo al 5%, récord de los últimos 30 años, que China lo hace al 10%, India al 7,5%, Estados Unidos al 4%, Iberoamérica al 4%, los nuevos Estados miembros de la Unión al 4%, mientras la zona euro apenas ronda el 2% y viene de un crecimiento por debajo del 1% en 2003. Almunia prevé que si el precio del petróleo no lo impide, Europa podrá crecer por encima del 2% en 2005.

Por otra parte, sin citar a nadie, pero en clara referencia a Francia y Alemania, el comisario de Economía afirmó que si la zona euro no crece más, es por la falta de coordinación entre las políticas económicas de los países miembros y por la rebeldía de países que pusieron en marcha el Plan de Estabilidad (PEC) y que, sin embargo, lo incumplen un año tras otro.

La inmensa mayoría de las preguntas giraron en torno al petróleo, que es, ahora mismo, lo que más preocupa al mundo económico español. Hay bancos de inversión que no se conforman a un barril a 50 dólares y elevan sus previsiones hasta los 60 dólares. El comisario de Economía europeo no quiso asustar al respetable, así que insistió en el muy esperanzado vaticinio de que cada 10 dólares que suba el barril mermaría el crecimiento de la Unión Europea en dos décimas. La verdad es que pocos analistas son tan optimistas como don Joaquín. Eso sí, Almunia insistió en que el mercado no explica por sí solo una subida tan desproporcionada del precio del crudo y que aspectos políticos, tales como la guerra de Iraq, la inestabilidad política en Nigeria o la crisis de la petrolera rusa Yukos, tienen que ver con unos precios fuera de control. Y aún más, consideró que la Unión Europea podrá aguantar el tirón del crudo mucho mejor que durante las crisis del petróleo de 1973 y 1979, gracias a la fortaleza del euro.