Mercedes Alaya (en la imagen) es una juez infatigable. Como si no le bastara con la investigación de los ERE fraudulentos en Andalucía, que no es un caso menor, da otro salto con denominación de origen, 'operación Madeja' o, en el último momento 'Operación Enredada'.
Le han cambiado el nombre porque el nuevo entramado de corrupción descubierto se dedicaba al amaño de contratos públicos en el mantenimiento de parques y jardines, que tiene algo que ver con las enredaderas. Es magnífico atrapar nuevos corruptos (van 30 por ahora y en varias autonomías), pero sabiendo disparar el foco, porque también puede pasar que la cosa se desmadre (como con las tarjetas negras o el ébola).
A dos días de la consulta (o lo que sea), catalana, y con Podemos subiendo como la espuma, por eso mismo -tanto caso de corrupción-, no parece lo más prudente alentar de cualquier manera la indignación popular. Las televisiones aprovechan esos casos como el mejor culebrón para cosechar audiencias, pero, ojo, una cosa es la mancha de la sospecha y otra, contraproducente, cargarse la imagen de un país.
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