Cuando la revuelta se vuelve de veras, o disuelve o más enreda. Como si de la nada amaneciera, el mundo (árabe) parece haber entrado en estado de cólera al proclamar recientemente toques de queda e incluso haber ejercitado movimientos militares en algunos de sus países.
Túnez encendió la chispa manifestando la crispación latente de su pueblo y Egipto ha tomado el relevo llevándolo desde la calle hasta el fuego armado mientras que otros países, en condiciones similares, preparan su posible misión de revuelta. La llama de la revolución ha encendido a la llamada y sometida democracia que pesa sobre muchos y que bajo la lija severa de viejos dictadores y de regímenes anoréxicos de libertad han encontrado el antídoto antinatural para paliar su demente sistema de vida. A toro pasado vemos lo fácil que es hacer lo sucedido a la vez que nos asombra lo pronto que cambian las cosas cuando se mueve la ficha correcta.
El hartazgo convertido en ira ha llegado hasta la ebullición sin remedio de todo el sometimiento indecente y premeditado. Tiempos complicados para todos aunque no lo creamos ni queramos, ni siquiera de reojo, ver. Las revoluciones acarrearán movimientos inesperados, situaciones desesperantes y cambios repentinos en cada uno de los estilos de vida de cada uno de nosotros, dará lo mismo estar de lejos ni más cerca, ni en occidente que desoriente, dará igual donde nos encontremos.
El defecto de dominio, que poco cuesta ejercer a quien posee la capacidad de manipular el miedo, se tambalea al ver cómo desde un recóndito lugar se ha osado y conseguido destronarle. Ahora es cuando el dominio teme por el consecuente y potente efecto dominó que llega allá donde se propone por originar inercia y crear precedente. Hasta los jefes y gerentes de empresas quitan hierro y ojo al asunto por no querer mezclar sentimiento de lucha entre sus posibles demandantes de derechos y trabajadores de obligación.
La suma de menores puede llegar a ser infinitamente superior al valor del mayor, tan sólo es necesario que se organicen para que su disposición posibilite tal recuento. Lo dicho, que uno puede manipular a millones de mutilados de vida pero cuando entre esos millones la desesperación se desequilibre invadiendo la balanza, más vale que huya porque el uno puede quedarse en ninguno. La historia cíclica nos presenta en directo la nueva hornada de revoluciones. La industrial y económica empezaron a decaer por su mal uso y esto ha conllevado, entre otras muchas cosas, a la sublevación de la mísera población. No penséis que esto acabará en cuatro días ni quedará así. Si en oriente entero llega a la conciencia civil la posibilidad al uso de enviar al exilio a quien esclaviza, o Sudamérica o África se arman de orgullo y plagian la conducta ciudadana, que habría que debatir si es incívica, el mapamundi sufrirá algún que otro cambio en los próximos años, quizá meses.
Torres más altas ya han caído y las pirámides que se sustentan por la base están ya en proceso de derribo por cansancio del sustento. Cocido de situaciones, ensalada de interesescomplicado menú. Ha quedado demostrado que las redes sociales ya son sin duda el arma de destrucción más eficiente contra las dictaduras, el toque de queda se quedó noqueado por el toque de quedar por Internet. Al dictador que quede, un toque de queda
Oscar Molero Espinosa