Mientras, en Madrid, la presidenta del Gobierno regional, Esperanza Aguirre, pretende reducir el 85% del Impuesto de las Donaciones que los padres realicen a sus hijos para adquirir nueva vivienda, hasta un máximo de 30.000 euros. Al mismo tiempo, está dispuesta a introducir una desgravación fiscal de 600 euros por cada hijo nacido. Y todo ello mientras su compañero, y sin embargo enemigo, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se dedica a subir los impuestos sobre los que tiene competencias.
Sin embargo, ni subvenciones ni desgravaciones resultan suficientes para valorar con justicia la aportación de las familias, y en especial de la mujer, a la sociedad. El gran cambio llegará en el momento en que se instaure un salario maternal, que debería coincidir con el salario mínimo y que el Estado aportaría a la madre desde los primeros meses de embarazo hasta que el niño cumpla los tres años. Hacia ello se tiende en Europa, por el convencimiento, cada vez más extendido, que lo más grande que puede aportar la familia, especialmente la madre, a una sociedad son nuevos miembros de esa sociedad... y futuros contribuyentes, dicho sea de paso.