Sr. Director:
Según la Agencia Estatal de Meteorología, el que acaba ha sido un mal año hidrológico (el año hidrológico abarca del 1 de octubre al 30 de septiembre) puesto que se ha cerrado con un déficit de precipitaciones del 11 por ciento y con el semestre (octubre-marzo) más seco desde que existen registros históricos. Este dato preconiza sequía si no cambia a corto plazo.
El modo de gestión de los recursos naturales es una decisión que compete a los titulares del poder político. A estos es a quienes corresponde decidir cómo se pueden satisfacer las demandas crecientes de los ciudadanos cuando, como sucede en España con el tema del agua, los recursos son escasos.
En un país con notables diferencias climáticas y con un problema previsible de sequía -volvemos a estar a niveles bajísimos, la última semana al 42 % de la capacidad de los embalses-, el agua se ha convertido en un motivo de lucha y confrontación, cuando no, en moneda de cambio. Y si esto es así, es porque desde el Gobierno de España se ha optado por seguir una política de trato desigual que ha acabado enfrentado a unos españoles contra otros.
Por razones ideológicas, y seguramente también por razones de clientelismo político, el primer Gobierno de Rodríguez Zapatero ha gestionado el agua anteponiendo el hecho identitario y diferencial al deber de satisfacer la demanda igualitaria de agua.
Ahora volvemos a tener el problema con la financiación autonómica y la fiscalidad. Debido a este modo de hacer política, el Gobierno ha alimentado un círculo vicioso del que va a ser difícil salir, como demuestran las últimas noticias.
José Morales Martín
jomomartin@gmail.com