El cine español parece empeñado en no querer subir de nivel y sigue contando historias donde guionistas con buenas ideas las desarrollan comiendo con las manos Agallas podría haber sido un excelente thriller de cine negro español (con toque picaresco) pero cierto regodeo en situaciones escabrosas y ásperas, la mayoría de ellas totalmente suprimibles, lo convierten en un producto sólo apto para espectadores enormes tragaderas
Hugo Silva interpreta a Sebastián, un delincuente macarra recién salido de la cárcel y desterrado a Galicia, que decide entrar a trabajar en Isolina, Productos del mar, buscando cambiar su suerte aprovechando sus escasos escrúpulos. Sebastián está deslumbrado por la ostentación de riqueza de la que hace gala el propietario de esta empresa, un mafioso industrial pesquero gallego metido en asuntos turbios. Pero el joven delincuente pronto descubrirá que no sólo vale el instinto y las agallas para sobrevivir entre grandes tiburones
Aunque debutantes en el cine, Samuel Martín Mateos y Andrés Luque han tenido una larga carrera profesional en Televisión Española como realizadores y eso se aprecia en que la película está muy bien rodada a la par que es muy entretenida. Más experiencia cinematográfica poseen Javier Félix Echaniz y Juan Antonio Bengoa: su guión lleno de enredo y de conseguidos diálogos resulta original porque el suspense de la trama va aderezado con toques de humor negro muy ácido propiciado por personajes esperpénticos (como es el caso de Isolina, la hija del patrón o el propio Sebastián). Eso sí, esta extraña combinación a veces funciona pero en ocasiones provoca cierta distorsión en el desarrollo
No obstante, a pesar de indudables aciertos, Agallas, como comentaba al principio, desbarra y puede herir la sensibilidad de muchos espectadores por ser demasiado explícita en escenas de violencia y sexo que molestan más que ayudan al desarrollo de la historia.
Para: Los que vean cine español y no se espanten de nada...