Las mujeres acaparan los puestos no sacerdotales en la Iglesia. Ocurre sobre todo en Estados Unidos, pero también se nota en España. Este fenómeno no debe sorprendernos, porque el servicio religioso siempre ha atraído más a la mujer que al hombre. En 2005, los trabajos parroquiales ocupados por no sacerdotes se repartían de esta manera: mujeres, un 64 por ciento; religiosas, 16 por ciento; y hombres, un 20 por ciento.
En las parroquias de Estados Unidos trabajan 31.000 laicos, mientras que existen 29.000 sacerdotes diocesanos. Otros 18.000 seglares se preparan para los ministerios eclesiales laicos, seis veces más que los seminaristas, refleja el National Pastoral Life Center.
John L. Allen comenta en el National Catholic Reporter, del 29 de junio, que cada vez más profesionales laicas efectúan tareas (administración parroquial, expedición de documentos, preparación sacramental, atención a enfermos, catequesis, formación en la fe, planificación litúrgica), que hasta hace poco desempeñaban casi exclusivamente los sacerdotes. Lo único que no hacen es celebrar la Misa y confesar.
Después de 30 años de ir cada semana a la iglesia, David Murrow, publicista y especialista en medios de comunicación, afirma que el cliente de la iglesia moderna es la mujer desde la mediana edad a la vejez. Nadie lo ha buscado, pero ha ocurrido. Por un motivo principal: estas mujeres tienen más tiempo libre que los hombres. Así se explica esta feminización positiva en la Iglesia y se refleja en el enfoque de la predicación, en la música litúrgica y en las peticiones expresadas en las oraciones de los fieles.
Opino que esta realidad no perjudica a la Iglesia; pero no es el último peldaño hacia la ordenación sacerdotal de mujeres. Párrocos y obispos seguirán pidiendo al Espíritu Santo que suscite vocaciones al sacerdocio entre los hombres laicos. A todos los demás nos corresponde rezar para que esto sea una realidad.
Clemente Ferrer Roselló
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