Me escribe un lector apesadumbrado por el retraso en la reforma del aborto del ínclito ministro Gallardón, esto es, del Gobierno Rajoy. Apela a los niños que morirán si continúa el retraso. A ver si nos entendemos. Los niños seguirán muriendo con reforma Gallardón o sin ella.
En cuanto al número de infanticidios perpetrados en España, apenas hay diferencia alguna entre la ley de aborto de Felipe González (1985) y la de Zapatero (2010). Así que la tardanza en la aprobación en la promulgación de esta reformita o mini-reformita, no va a reducir los casi 120.000 abortos quirúrgicos que se cometen en España ante la indiferencia general… de la que se aprovecha esta derechona cobardona.
Es cierto que se supone -yo no me fío, porque no me fío del PP- que podría producirse un cambio teórico importante. Pero teórico, no práctico. El aborto podría dejar de ser un derecho (sigo empleando el condicional, no me fío un pelo) para volver a ser un crimen no condenado. Volveríamos así al espíritu -maligno espíritu- de la ley 1985, criminal pero no cínica, negando la proposición de la ley 2010, cínica y criminal, de que el aborto es un derecho de la mujer.
Pero no más allá, que conste. Aznar no era un provida, Rajoy tampoco. En esta materia, ambos son dos cobardones. Incluso, si pasamos del aborto quirúrgico al aborto químico, Aznar dio el visto bueno a la otra gran matanza, más silenciosa aún, que incluso algunos cristianos consideran la solución al crimen del aborto. Es decir, que el aborto se evitara con anticonceptivos, PDD y píldoras abortivas (estas dos últimas introducidas en España durante el periodo Aznar). ¡Pero qué idiotas somos! ¿Acaso no sabemos que todos los anticonceptivos que actualmente se venden en el mercado son potencialmente abortivos
En cualquier caso, ya está bien que ahora resulte que el Partido Popular es provida.
El imperio de la Bestia no es algo que ha de venir, es algo que ya está aquí. Consiste en la aceptación social de los sacrificios de niños, ante la indiferencia general, en la clínica-abortorio ubicado justo al lado de donde tomamos el café con churros.
Eulogio López
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