Sr. Director:
Abiertamente molestos ante la magnitud de las manifestaciones a favor de la vida que se registraron en toda España, los dirigentes socialistas, el Gobierno y los distintos terminales ideológicos afines, no encontraron otros argumentos para defender la reforma de la ley del aborto que arremeter contra la Iglesia, para insistir así en la especie de que el derecho a la vida y la defensa de la dignidad humana es una cuestión religiosa.

 

Y no sólo eso: se pretendía propalar la idea de que la Iglesia está sola en su postura, sin dar importancia así a los manifiestos científicos sobre el comienzo de la vida, y la movilización de millones de personas que son sistemáticamente ignoradas por el Gobierno en su empeño ideológico.

En este contexto, José Blanco, vicesecretario general de PSOE, que se ha confesado públicamente católico en diversas ocasiones señalaba que los socialistas no quieren para España "la hipocresía", que, a su juicio, practican "aquellos que por la puerta de atrás abortan y luego van en la cabecera de las manifestaciones". Por ello, indicó sin rubor alguno, que el Ejecutivo va a actuar "con el máximo rigor" a la hora de abordar y legislar en relación al aborto, olvidando que en ningún momento el Gobierno ha querido escuchar los argumentos de la comunidad científica, de los parlamentarios por la vida y de las asociaciones contrarias al aborto.

¿Se imaginan qué pasaría si estos comentarios los hubiera hecho alguien no próxima al partido refiriéndose a personas del mismo? No son de inferior gravedad que las que se emitieron por una cadena televisiva.

José Morales Martín