Para solucionar el problema de la miseria, y de la violencia, el presidente Oscar Berger pretende imponer el aborto

El Gobierno de Guatemala sigue la doctrina de Naciones Unidas en materia de población: "Si no puede terminar con el hambre termina con el hambriento". Por eso, está dispuesto a imponer la planificación familiar (hoy en día, toda planificación familiar es abortiva) como remedio a la miseria generalizada y a la pésima distribución de la riqueza vigente en el país más poblado de Centroamérica.

Esta contradicción flagrante ha sido denunciada por la Iglesia Guatemalteca, quien le recuerda a Berger que 7,6 millones de guatemaltecos, el 56% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, ente otras cosas porque el 20% de la población no percibe sino el 2% de los ingresos, y el 5%, los ricos, ganan 63 veces más que el 5% más pobre. Guatemala se encuentra a la cabeza de Iberoamérica en desnutrición crónica, mientras la violencia reina en las calles, como recoge un gran reportaje de Siglo XXI y más del 10% de la población se ha visto obligada a emigrar.

Pero la solución, no lo duden, está en el aborto. Es decir, en la planificación familiar.